sábado, 30 de mayo de 2009

Un nuevo reto para todos

Ascender a Segunda es algo muy bonito que todos llevábamos mucho tiempo esperando, pero también conlleva una gran responsabilidad. Ahora Cartagena está en el mapa futbolístico de nuestro país y sobre nosotros hemos colocado una lupa que magnificará tanto nuestros aciertos como nuestros fallos, convirtiendo en noticia asuntos que, ayer no más, no interesaban prácticamente a nadie.

Ahora, un extraordinario gol del Cartagena no pasará tan desapercibido como antes y hasta tendremos oportunidad de verlo repetido en televisiones de ámbito nacional, acompañado de los elogiosos comentarios de los eruditos de la división de plata. Pero, atención, del mismo modo, una pifia garrafal cuya trascendencia era antes limitada (entre las muchas que se cometen en una categoría semiprofesional como la segunda b) puede ahora servir de escarnio público a un futbolista del Efesé y comprometer su futuro profesional a corto plazo.

Esta situación es extrapolable a todo lo demás; una mala crónica o una información deficiente acerca de la actualidad del Efesé, será ahora motivo de sonrojo para ese periodista que antes, en segunda b, vivía alegremente sin contrastar las noticias habida cuenta del poco interés que suscitaban sus columnas. Por el contrario, una buena cobertura informativa, o unos acertados comentarios acerca de la actualidad blanquinegra, pueden valerle un reconocimiento profesional que antes era difícil de alcanzar. Por su parte, nuestro Presidente puede ser objeto de aplauso y lisonja si continua con su esfuerzo y su línea de moderación emprendida este último año, o, por el contrario, convertir a Cartagena en el hazmerreir del fútbol español si repite, con desafortunadas declaraciones, tristes episodios acaecidos en pasadas temporadas.

Pero, sobre todo, el nuevo reto es para la afisión. Tendrá que estar a la altura y competir con hinchadas superiores en número, más entendidas y que lo dan todo por sus equipos. Deberá aprender a ejercer su soberanía y controlar, con su crítica o su aplauso, la labor de profesionales, dirigentes y medios de comunicación para que nadie saque los pies del tiesto y pueda cometer una torpeza que nos devuelva al infierno del que tanto nos ha costado salir. Por descontado, deberá acudir en masa al estadio y ser respetuosa con todo el mundo si no quiere proyectar una imagen negativa de nuestra ciudad o granjearle la antipatía de enemigos que, ahora sí, serán mucho más poderosos y peligrosos.

Aquí hemos ascendido todos, equipo, afición, prensa, directiva… y todos tenemos la obligación de estar a la altura de las exigencias de la nueva categoría. En el momento en el que una de las patas de la mesa no responda como debe, y se siga comportando como si estuviéramos en segunda b, corremos el riesgo de mandarlo todo al traste. El primero que se ha dado cuenta de ello es Paco Jémez, y por ello ha exigido, como requisito imprescindible para su continuidad, la profesionalización del Efesé.

Por lo tanto, hago mías sus palabras y añado que no sólo el club debe profesionalizarse; hemos de hacerlo todos.


miércoles, 27 de mayo de 2009

El Efesé en Segunda A

No sé los demás pero, al menos yo, y por ridículo que parezca, cada vez que veo repetida la jugada de Carmona y el gol del ascenso, tengo miedo de que lo fallemos. La historia, cruel con el Cartagena hasta la saciedad, ha logrado que los aficionados dudemos hasta de la realidad cuando ésta nos favorece. Sí, cuesta creerlo. Tanto es así que mi imaginación se deleita cada vez que me acuerdo de que estamos en Segunda A y, en cierto modo, es como si ascendiéramos de nuevo cada vez que lo revivo. Sencillamente increíble. Lo vivido en El Collao es por y para siempre algo histórico; un recuerdo y unas vivencias para coleccionar; igual que el trozo de entrada o red de la portería de Gol A perforada por Juan Pablo en el minuto 92 que, lógicamente, conservo a buen recaudo.

Fueron momentos de nervios, desenfreno y lágrimas. Los seis segundos más largos de mi vida; veo que Carmona (todo fuerza y coraje) logra arrebatarle un balón increíble a Fernando Martín. Miro al árbitro por si pita falta, está claro que no ha sido, pero nunca se sabe con un trencilla que ha expulsado a Viyuela por error y se ha comido un penalti a favor del Alcoyano. Carmona sale con una fuerza increíble, con fe, imparable, le empuja el aliento de Cartagena entera, se planta ante Maestro, ve por el rabillo del ojo a Juan Pablo y le cede el balón al sevillano, que iba ya sonriendo antes de recibir el pase, consciente de que iba a ser el autor del gol del ascenso; delirio en el graderío de El Collao donde cientos de cartageneros tocan el cielo de felicidad.

Me abrazo con Jose, con Jorge, con mi padre, mientras todavía grito el gol con voz quebrada. Segundos antes las caras eran de circunstancias y sólo el más optimista hablaba de llegar, con mucha suerte, a los penaltis. Juan Pablo se dirige a nuestra zona andando como si tal cosa, con pasmosa templanza torera y con una cara de satisfacción que parece decir: “aquí os traigo el ascenso”. Mariano viene detrás visiblemente emocionado, lo agarra, lo abraza; detrás de ellos cada jugador lo celebra como le sale del alma. Veo a Rubén correr desde la portería y atravesar todo el campo hasta la grada contraria, a Carmona quitarse la camiseta y patearla con gesto de rabia. También veo a jugadores del Alcoyano tirados en el césped con las manos en la cabeza.

Entonces recuerdo que escalones más arriba está mi amigo José Barrio quien sufrió y luchó lo indecible por este equipo cuando venían mal dadas. Me abro paso entre la gente como buenamente puedo y cuando llego a él lo estrecho entre mis brazos (más bien me estrecha él a mí), momento en el que apenas puedo contener el llanto. No hicieron falta palabras. No sé lo que pasa en el terreno de juego cuando bajo a mi ubicación original. Parece que ya se ha reanudado el partido y se han arrojado algunos objetos al campo; hasta un conejo, que podrá presumir de haber visto el ascenso del Efesé en Alcoy, corre por el campo. Ya todo da igual. Sólo quiero que pite el árbitro para saltar al césped y festejar lo que ya nadie nos puede quitar.

Final, la gente sale disparada a saltar, gritar y celebrarlo. Yo no me aguanto, burlo el mini cordón policial y accedo al césped de El Collao, divago sin rumbo fijo entre jugadores y periodistas abrazándome con todo aquel que conozco. También es probable que me abrazara con gente que no conozco; no lo recuerdo bien. Veo que Mariano, extenuado y sin camiseta logra acceder a la grada a rodear con sus brazos a alguien especial, probablemente de su familia. Cuando vuelve al césped no tiene siquiera fuerzas para volver a saltar la valla que separa el terreno de juego del graderío. Está extenuado por el esfuerzo. Me pide ayuda casi sin voz y lo sostengo, desde el corner, para que pueda bajar. Entre su torso desnudo y su cara desencajada la escena recuerda, exagerando un poco, a la del trono cartagenero de El Descendimiento.

Un grupo de personas corre, parece que algunos hinchas del Alcoyano buscan gresca y vienen a repartir mandobles. Ni caso, la marea blanquinegra, después de 21 años de travesía por el desierto, no está para tonterías y sigue a lo suyo. Nadie entra al trapo y la policía hace su trabajo. Otros alcoyanistas, sin embargo, nos aplauden desde la grada. La afición; mi afición, a la que tanto he criticado y a la vez tanto quiero, me emociona olvidándose de los festejos y coreando el nombre de DE-POR-TI-VO a la vez que les devuelve el aplauso. Ejemplar el comportamiento de la hinchada del Cartagena. Qué orgullo ser de nuestra tierra.

No acaban ahí las emociones. En medio del maravilloso caos, incluso los aficionados más prudentes vencen su timidez e invaden también el terreno de juego en una segunda y definitiva oleada que deja sin claros el césped de El Collao. Ya es enteramente cartagenero. Fotos, abrazos, celebraciones con jugadores y, por supuesto, trofeos para el recuerdo; un alborotado aficionado va dando saltos al tiempo que sostiene una bota (de fútbol) en la mano y nos la muestra al resto orgulloso. “¡¡Mirad, tengo la bota de Carmona, la bota de Carmona!!” exclama.

Aún no es noche cerrada en Alcoy. Bajo los últimos rayos de luz comienzo a ver entonces más cartageneristas de los buenos, de los pata negra. Gente con la que he vivido mil y una aventuras al lado del Cartagena y que no sabía a ciencia cierta si habrían conseguido una entrada para apoyar a su Efesé del alma en tierras alicantinas. Me encuentro con Domingo, nos abrazamos (nos besamos, qué coño) y mientras reparo en lo difícil que ha sido este año para él, le susurro algo al oído de lo que no me acuerdo. No cabe más emoción. Bueno, sí. “¡¡Juanan, Juanan!!” me llama una voz entre el gentío. Me giro y es Joaquín. Me abraza y me pregunta, sabedor de la mutua admiración que nos profesamos su hermano y yo: “¿Has visto ya a mi hermano Toni? “ Le contesto que no y, prácticamente, me lleva de la mano hasta donde se encuentra una de las personas que más quiere al Efesé en este mundo. Alguien con quien, mano a mano, una madrugada de hace seis años, llené la Alameda y medio centro de Cartagena con carteles caseros, de cartulina, que pretendían concienciar a la gente de la importancia de ir al estadio para apoyar al club en unos momentos bastante diferentes a los actuales. Cuando llego a su altura y me ve, se le pone un nudo en la garganta y temo que se derrumbe por completo entre mis brazos. Los dos aguantamos bastante bien el tirón pero ya es demasiado para mi cuerpo y el que se derrumba soy yo cuando compruebo que mi padre, persona cabal y prudente, también ha accedido al campo y se dirige hacia mí. Salgo a su encuentro y me abrazo al hombre que cuando yo tenía ocho años, y acabábamos de mudarnos a Alicante, decidió aliviar un poco mi nostalgia llevándome al Rico Pérez a ver jugar al equipo de fútbol de nuestra ciudad contra el Hércules de Alicante. Involuntariamente fue él quien dispuso lo importante que iba a ser el Efesé en mi vida. “¿Ves como esta vez sí? Te lo dije papá, te lo dije.”

La fiesta continúa. Se ha esperado tanto este momento que nadie quiere irse de allí. Si existe el paraíso, pienso que poco debe diferenciarse de aquello. Los jugadores, que están casi todos en paños menores, siguen dándose un baño de multitudes. La gente corea los nombres de los héroes; Hector, Viyuela, Carmona, Armando… y también del entrenador Paco Jémez que ha triunfado donde tantos y tantos otros han pinchado. Le doy las gracias a todos los miembros de la plantilla que me cruzo por hacerme tan feliz. “De ninguna manera, gracias a vosotros”, me dice Tato. La policía por fin ha renunciado a evitar que los aficionados intenten cortar las redes de las porterías. "Déjalos, no hacen mal a nadie" le dice uno a otro.

La cosa, no obstante, está ya más calmada y la felicidad deja paso a una gran sensación de alivio. Es el momento de pensar en ir a Cartagena y celebrarlo en el submarino donde, según me dice Jorge, que ha hablado por teléfono con Cartagena, ya hay cientos de cartageneros celebrando el ascenso. El teléfono… noto vibrar el mío pero no me da tiempo a cogerlo. Lo miro y veo 8 llamadas perdidas y 5 mensajes. Pedro, de Almería, que hasta última hora se quedó reventando por venir; Juansa, cartagenero residente en Elche que no renuncia a sus raíces; Picazo, que se vino a Vecindario y se hizo abonado del Efesé a pesar de ser madrileño y no tener vínculos, más que su amistad conmigo, con nuestra tierra. Todos quieren darme la enhorabuena y compartir su felicidad por el ascenso del Efesé. Ya habrá tiempo de hablar con ellos, no me salen las palabras.

Ahora sí, es de noche, y hay que ir pensando en irse. Ha sido una tarde gloriosa que nos ha recordado a todos que la vida no tiene por qué traernos sólo cosas negativas. No hay gafe, no hay conspiraciones del destino. Todo eso es furufalla y grea. Las cosas buenas también ocurren en Cartagena y a partir de ahora… a partir de ahora preparémonos porque, entre todos, no vamos a parar hasta que se escriba un libro con el siguiente título: "Las venturas del Efesé y alguna que otra desventura"


domingo, 24 de mayo de 2009

A estas horas...

... ya sabremos lo que nos ha deparado el destino. A drede he dejado programado este post para que haga acto de aparición en el blog justamente a las 21:05, hora a la que, calculo yo, terminará nuestro choque con el Alcoyano entre pérdidas de tiempo, retrasos y demás. Yo estaré, Dios mediante, en las gradas del Collao; concretamente en el Gol B junto a mi padre y mis amigos Jose y Jorge, compañeros de tantas aventuras.

No sé qué habrá ocurrido. Si hemos ascendido dudo mucho que haya alguien leyendo el blog en lugar de estar ya rumbo al Submarino. Ojalá. Yo, probablemente, estaré llorando de alegría y sin poder articular palabra debatiéndome entre ir a Cartagena a celebrar el ascenso con mis amigos y paisanos (aunque luego tenga que volver a Alicante) o quedarme en casa. También puede que estemos jugando la prórroga, circunstancia harto cruel para los corazones de la sufrida afisión que, con más razón, me hace dudar de que haya alguien leyendo al otro lado. Si lo que ha sucedido es que hemos sucumbido a la moral del rival, al árbitro o cualquier otra circunstancia, probablemente sí que haya más gente leyendo ávida de consuelo en estos momentos difíciles. No pasa nada, aún queda otra oportunidad y, en cualquier caso, la afición del Cartagena puede estar muy orgullosa de su comportamiento de las últimas semanas.

Aupa Efesé.


sábado, 23 de mayo de 2009

La orgullosa afisión del Cartagena...

Artículo publicado 9/5/2007 tras una dolorosa derrota del Efesé en Aguilas.

Es cierto que algunos de los buenos (de los que de verdad sienten estos colores) no pudieron estar el otro día en Aguilas. Del mismo modo, es posible que alguno de los que sí estuvo, no cumpla con la condición de aficionado ejemplar y apareciera allí por casualidad o porque no tenía nada mejor que hacer. Sin embargo, en líneas generales, los 300 cartageneros presentes en El Rubial el pasado domingo, cual espartanos, son un orgullo para esta ciudad y conforman ese minúsculo e incomprendido grupo que algún día habrá de contar y cantar las victorias del Efesé… pero no todavía.

Condenados a ser hinchas de un equipo desgraciado, a ver fútbol del malo, y a ser objeto de mofa por parte de amigos y conocidos que no entienden su “peculiar” afición. Son aficionados de primera encerrados en tercera; son los mismos que se limpian cada domingo su butaca llena de mugre desde hace años, los que suspiran de envidia cuando ven a ciudades más modestas saborear las mieles del éxito o esbozan media sonrisa resignada cuando “ése equipo que nos privó del ascenso aquél año”, es motivo de actualidad por cualquier caprichoso motivo del destino. Son los que lloran en silencio unos fracasos que no parecen acabar nunca, y se sienten impotentes ante la apatía y dejadez del resto. Una dejadez y una apatía que les impide avanzar como un solo hombre y ser más numerosos…más fuertes.

Ellos no eligieron ser del Cartagena. El Cartagena les eligió a ellos. Aunque muchos tienen oportunidad de ver fútbol de superior categoría, reniegan una y otra vez de la misma escandalizados ante la sola posibilidad de perderse un partido de su Efesé. Llevan en vena esta droga que son los colores blanquinegros. Una droga que les está quitando la vida poco a poco pero que necesitan para seguir siendo ellos mismos. No lo pueden evitar; están atados, como Ulises, al mástil de un barco que se ha hundido y naufragado cientos de veces. Son rehenes del infortunio… pero les da igual. Aunque ese barco se vuelva a hundir...allí estarán.

Se les conoce también como los desheredados, los desventurados…los desdichados que sufren cuando otro, menos aficionado que ellos, insulta a uno de los nuestros o profana sin educación un respetuoso minuto de silencio en el estadio proyectando una imagen detestable de lo que ellos quieren tanto. Ciertamente, son unos incomprendidos. Para sus adentros lamentarán una y otra vez ser de este club o pertenecer a esta ciudad en la que hay tanto mediocre y conformista. Pero de puertas para afuera se mostrarán altivos, y proclamarán en voz alta su condición de hinchas del Efesé. No, no cambiarían por nada del mundo el orgullo que sienten de ser cartageneros y amar estos colores.

Son los mejores aficionados que puede haber; fieles escuderos del estandarte de las cuatro torres por los tiempos de los tiempos; son el único y verdadero patrimonio de este Club. Maltratados por el destino, les hace tanta ilusión estrecharle la mano a Mariano Sánchez como al mejor madridista estrechársela a Raúl o al mismísimo Zidane. Para ellos no hay diferencias ¿habría de haberlas? Jamás. Nadie quiere a ningún equipo tanto como ellos al suyo. Esté en la categoría que esté…

Llegará un día, por lejano que parezca, en el que ocurra lo inesperado…lo imposible. Ese será el día en el que Cartagena se teñirá de blanco y de negro y por sus calles, alborozados, se cuenten por miles los aficionados que paseen su dicha ataviados con una camiseta o una bufanda de rigor. Marcharán en romería rumbo al submarino o a la Plaza de España para dar rienda suelta a su júbilo y poner fin a una larga travesía que, repleta de penalidades, duró demasiados años y se cebó injustamente con toda una generación. Sí, todos serán del Efesé; El padre, el suegro, la hermana y hasta la abuela se felicitarán y brindarán entre el llanto y las carcajadas por la gesta conseguida y por la ventura de poder ver al equipo de la ciudad, por fin, donde de verdad se merece.

Entonces todo será perfecto, todo encajará…excepto una cosa; esos no serán ellos…

No, su sonrisa les delatará…será distinta, su llanto será distinto y su satisfacción será distinta. Se reconocerán entre sí y se lanzarán miradas cómplices entre el bullicio. Sus alaridos de alegría resonarán entonces con tal estruendo que harán temblar los cimientos de una ciudad harta del fracaso que por fín comenzará a ver la luz.

Ellos serán aquellos cuyos derechos, ganados a lo largo de los años, se vean pisoteados e igualados a los del resto de aficionados de nuevo cuño. No les importará. Serán los mismos a los que no hará falta llamar si se vuelve a caer de nuevo en desgracia porque estarán allí los primeros; los encargados de contarles a las nuevas generaciones como era el Cartagena cuando no jugaba en Primera División.

Ellos sois vosotros, los que inundais cada domingo las gradas del Cartagonova con vuestra esperanza e ilusión; la orgullosa afición del Cartagena.

jueves, 21 de mayo de 2009

Los méritos de la afisión...

Estoy francamente impresionado. Cuando Toni me ha llamado para decirme que a las doce de la noche había más de cien impenitentes cartageneros (él entre ellos) a las puertas del estadio haciendo cola para conseguir una entrada de las que dan derecho a estar en El Collao el próximo domingo, no me lo creía. Es más, he supuesto que mi compañero de fatigas al lado del Efesé, estaba gastándome algún tipo de broma; suposición que he abandonado bien pronto, por cierto, cuando me ha mandado un video por el móvil que demostraba, con imágenes, todo lo que me había contado minutos antes de viva voz. Lo que hubiera dado yo, coleccionista de experiencias, por estar ahí con él, compartiendo los churros y el chocolate calentico que, al parecer, ha llevado el Ayuntamiento para hacer más llevadera la espera de los hinchas del Efesé

De verdad que estoy recuperando la fe en mis queridos paisanos, si bien no quiero ilusionarme demasiado; no vaya a ser que esto sea flor de un día o un cariño pasajero. Definitivamente algo ha cambiado en el espíritu de la hinchada este año; tiene conciencia crítica con determinadas decisiones (Fabri), anima más que nunca, se comporta señorialmente con la afición visitante, se perdonan los fallos de los jugadores y, para colmo, se es capaz de pasar la noche en vela en la puerta del estadio, con tal de conseguir una entrada para ver al Efesé intentando el ascenso de categoría en tierras alicantinas. La afisión comienza a parecerse a lo que yo siempre he demandado y, puede creerme quien lea estas líneas, que ello me llena más de felicidad (no exagero) que el propio ascenso si es que éste llega a producirse.

Recuerdo que hace tres años, con motivo de la celebración del último play-off, empeñé todo mi líquido disponible en conseguir un billete de avión que me llevara a Vecindario. Recuerdo también mi amargura al comprobar que éramos tan sólo media docena los que nos embarcamos en semejante aventura. Pensé, para mis adentros, que, a pesar de lo complicado del viaje, con semejante actitud la afisión no se merecía ascender e imaginé, por momentos, cómo hubieran reaccionado otras aficiones más comprometidas ante la misma tesitura; llegué a la conclusión de que éstas hubieran fletado aviones enteros con tal de no dejar solo a su equipo en tan trascendentales circunstancias.

Pues bien, tengo la plena seguridad de que si a día de hoy fuera necesario desplazarse a Vecindario de nuevo, iríamos bastantes más de media docena. Y todo ello a pesar de que en aquella época no había crisis económica (como ahora) y que, al menos en mi opinión, la plantilla de aquel entonces invitaba más al optimismo. No en vano había realizado una excelente campaña de la mano de Juan Ignacio Martínez, quedando primer clasificado en un grupo mucho más fuerte que el de este año. Sin embargo, cosas de la vida, no se ascendió...

Lo que quiero decir, por si no ha quedado claro, es que, seguramente, para ascender, haga falta algo más que buenos jugadores y quizás sea igual de importante, o más, que la afición, con su comportamiento, se haga acreedora de tan codiciada recompensa. Este año, al contrario que en otras ocasiones, y a pesar de que aún queda mucho que mejorar, creo que sí se están haciendo algunas cosas bien y ello, insisto, me hace tener más confianza en el ascenso que si, pongamos por caso, me dijeran que Iniesta ha fichado por el Efesé y va a jugar contra el Alcoyano el próximo domingo.


miércoles, 20 de mayo de 2009

Sí hay papel

Cuando ya estamos rozando el jueves, día en el que se ponen a la venta las entradas del Alcoyano-Cartagena para todas aquellas personas que no son abonadas del Club blanquiazul, parece ser que las expectativas son que, finalmente, saldrán a la venta más de las que se esperaban. Una gran parte de los abonados no está ejerciendo su derecho a retirar las entradas libres a menor precio, lo que unido a la retirada de butacas para ampliar la capacidad de El Collao, aumenta las posibilidades de que muchos hinchas del Efesé puedan conseguir su preciado tesoro tranquilamente si se presentan mañana en Alcoy. Tambien el domingo hay que reservar un porcentaje para vender en taquilla y el sentido común me dice que, si se lo proponen, habrá mas cartageneros haciendo cola cuando estas abran ese día, que gente de Alcoy.

Que nadie se confunda. El Collao va a presentar un lleno sí o sí; tanto si la gente de Cartagena mueve el culo como si no. Es sólo que ellos pensaban agotar el papel antes de que saliera a la venta libre, no dando así la oportunidad a la gente de Cartagena de conseguir demasiadas entradas. Están viendo que les puede fallar su estrategia (legítima estrategia, añadiría yo) de tapar todos los huecos por los que se pueda colar un hincha blanquinegro a darle su aliento al Efesé. Ahora la cuestión es si la gente de Cartagena aprovechará la circunstancia.

Una prueba de la preocupación existente en Alcoy, acerca de una hipotética invasión blanquinegra que temple el caluroso infierno de El Collao la tenemos en las frases de Bordalás, técnico alcoyanista, ayer martes:

"No veo lógico dar tantas entradas al Cartagena; 500 entradas me parecen muchísimas, por descontado que limitaría aún más el acceso de seguidores del Cartagena. No me gustaría que un solo seguidor nuestro se quedará fuera del campo porque vienen 500 de Cartagena"


Tampoco parece estar de acuerdo este hombre en el sitio en el que se va a ubicar, finalmente, a la hinchada blanquinegra.

"Personalmente los colocaría en un corner, donde menos ruido hagan. En el fondo pueden llenar prácticamente la grada y eso no es nada positivo para nosotros"


Claro que estas declaraciones hay que ponerlas en contexto. Y es que en Alcoy andan a torta limpia entre jugadores, técnico y directiva (empiezo a preguntarme si no será el secreto de su éxito). Cualquier excusa es buena, por tanto, para meterle el dedo en el ojo al enemigo. En este caso ha sido Bordalás el que ha querido darle cera a la directiva, criticando el número de entradas para el Efesé y la ubicación de sus seguidores.


martes, 19 de mayo de 2009

Hasta los cojones de la moral

Me disculparán mis amigos de Alcoy pero es que llevo tanto tiempo leyendo sobre la hombrada del CD Alcoyano esta temporada, su escasez de medios, el ambiente infernal que nos espera en El Collao y su legendaria moral que, honestamente, ya me duele la cabeza. No hay juntaletras alicantino que, a la hora de escribir sobre el partido contra el Cartagena, no caiga en los tópicos de siempre y convierta su análisis en una oda al club blanquiazul en la que se hace apología de valores como la humildad, el esfuerzo y el cariño por los colores; un canto a la vida con el que se pretende convencer al predispuesto lector de que, si existiera Justicia Divina, ésta premiaría con el ascenso la sencillez del Alcoyano y su abnegada hinchada.

Las frases hechas son recurrentes y se suele hablar de un enfrentamiento de proporciones bíblicas en el que, naturalmente, y para que la fábula tenga el efecto deseado, el Cartagena hace las veces de Goliath; un enemigo prepotente y desapasionado cuya clasificación como líder del Grupo II, prácticamente no tiene mérito porque está sustentada en el vil metal, antes que en el esfuerzo de sus futbolistas o el apoyo de sus aficionados. El ascenso del Cartagena, por tanto, supondría el triunfo de lo inevitable; del poderoso frente al débil, y nos dejaría a todos sin motivos para creer en los cuentos de hadas. El ascenso del Alcoyano, por el contrario, significaría la victoria de la fe y del sacrificio; sería lo que desearía un observador imparcial y vendría a constatar la grandeza de un deporte como el balompié…

Y digo yo que… unos cojones. Que se vayan a jugar al victimismo barato a otra parte. Que los jugadores del Cartagena también se han dejado la piel en la gatera por una ciudad y un escudo; que si hay que hablar de humildad, padecimientos y amor por los colores en Cartagena tenemos una cátedra y no aceptamos lecciones de nadie; que si existe una afición en España a la que le han dado ostias hasta en el cielo de la boca y se merece, de una puñetera vez, el ascenso de categoría, esa es la de mi Efesé; y que si aquí, de lo que se trata, es de marcar paquete y dar lastimica, nosotros ganamos por goleada.

Hay que ser imbécil para trazar líneas divisorias entre Alcoy y Cartagena apelando al orgullo, el pundonor y la testiculina, como si estos fueran patrimonio exclusivo de una de las partes. Un ascenso del Cartagena no sería menos poético que uno del Alcoyano, y las mismas dimensiones épicas tendría lo uno que lo otro. Y El Collao… pues será un infierno, una olla a presión y todo lo que me quieran contar pero sobre su césped, además de los cojones de la gente de Alcoy, estarán también los de Cartagena entera. Así que vamos a dejarnos de gilipolleces que en esta jodida historia cada uno sabe lo suyo. Que gane el mejor. Todo lo demás es furufalla y grea.


lunes, 18 de mayo de 2009

2-1 y gracias…

Cuando advertí que el CD Alcoyano era el claro favorito para esta eliminatoria no bromeaba ni jugaba al victimismo para quitarles presión a los nuestros. Simplemente dije lo me dictaba el sentido común después de haber visto varios partidos de ambos equipos durante la presente temporada.

Creo que si parte de la afisión no pensaba como yo, ayer tardó bien poco en convencerse de lo contrario; justo el tiempo que necesitó el Alcoyano para hacerse con la manija del partido y mandar los dos primeros balones largos a las espaldas de nuestra defensa; eran el inquietante anticipo de lo que habría de esperarnos durante toda la tarde. Y es que el Cartagena, reconozcámoslo, salió ayer, abruptamente, del dulce letargo en el que se hallaba sumido tras batirse el cobre durante toda la temporada con rivales cuyo parecido con un equipo de fútbol de verdad era, por suerte o por desgracia, mera coincidencia.

El Alcoyano, independientemente del resultado, demostró ayer ser un equipo más cuajado, experimentado y con oficio. Y no sólo eso, sino que juega mucho mejor al fútbol que nosotros. En ningún momento, salvando los últimos minutos tras la expulsión, se amilanó o se echó atrás; fue siempre de frente a buscar al rival, demostró tener mucho más claras las ideas y, si en algún momento abusó del balón largo, lo hizo con criterio y tratando de explotar las terribles dificultades que tenía la defensa del Cartagena para despejarlos de su zona de peligro. El Efesé parecía un auténtico flan de gelatina; sobrepasado por el rival, por el ambiente, incapaz de dar dos pases consecutivos y resultando perdedor en cada balón dividido. Hubo momentos, si hago memoria, de auténtico bochorno en los que parte de la afisión, no sabía dónde esconderse viendo que cada balón colgado a nuestra defensa era motivo de preocupación para un extraordinario Rubén o que un simple saque de banda ponía en jaque a un equipo que aspira, nada más y nada menos, que a militar en la División de Plata la temporada venidera.

Tal y como yo lo veo, cuanto antes aceptemos que el Alcoyano es ahora mismo superior a nosotros (al menos como equipo) mejor para nuestras aspiraciones. Creo que algo de eso es lo que sucedió tras el descanso y de ahí nuestra leve mejoría. Tras una primera fase de desconcierto en la que se repetían los errores de la primera manga, el Cartagena logró asumir ¡por fin! lo que estaba sucediendo en el terreno de juego desde las siete de la tarde y comenzó a hacer cosas que no había hecho hasta ese momento; cosas de equipo pequeño. Dejó de darle dos metros a cada rival, se pegó como una lapa a los mediocampistas alcoyanos y no tuvo reparos, por momentos, en echarse atrás y salir a la contra aprovechando la rapidez de Tato o la habilidad de Carmona. Incluso trató de rentabilizar al máximo (como los equipos que vienen a encerrarse al Cartagonova) las jugadas a balón parado provocando varias faltas y saques de esquina que bien pudieron valer (como había ocurrido previamente con el gol de Hector Yuste) el tercer gol que tanto estaba deseando cantar la grada.

Esto último es lo que, tras el bajón inicial que nos dió a todos, debe hacernos sentir optimistas de cara al partido de vuelta; el hecho de que el Cartagena, aunque fuera de manera tardía, le tomara el pulso a la eliminatoria y entendiera, finalmente, cuál era la mejor forma de hacerle daño a un Alcoyano que, como sospechábamos, es un lobo con piel de cordero. Haber interiorizado nuestra condición de equipo humilde puede valer su peso en oro en un campo como el Collao, donde es tan importante ponerse el mono de trabajo o sacar partido de las jugadas a balón parado. Ahora el Cartagena ya sabe lo que hay, ya sabe lo que tiene que hacer, sin prejuicios de ningún tipo y, para colmo, lleva ventaja en la eliminatoria. Hay que saber jugar con la ansiedad del rival y no olvidar que, a pesar de que el Alcoyano sea un gran bloque, nosotros poseemos jugadores de extraordinario talento que pueden decidir la eliminatoria en cualquier momento. Además, francamente, considero toda una suerte el jugar el segundo partido allí. No quiero ni pensar qué sucedería si la eliminatoria tuviera que dilucidarse en el Cartagonova visto lo visto en el día de ayer, y lo mal que lleva nuestro equipo la responsabilidad de jugar ante tanta gente como local.

La otra cosa que me hace ser optimista es que siempre he sostenido que el Efesé para subir, tenía que cruzarse con un equipo más desgraciado que él (cosa, admitámoslo, harto complicada). En este sentido, y tras presenciar las oportunidades que, una por una, el Alcoyano desperdició para sentenciar la eliminatoria, creo que podemos estar ante ese rival soñado. Máxime teniendo en cuenta que en el mismo militan personajes, dicho sea con todo el cariño, como Garrido o el propio Bordalás, famosos por pifiar todas y cada una de las fases de ascenso en las que han participado.

Al margen de lo deportivo, y para terminar, de lo que estoy muy orgulloso es del comportamiento de la afisión, de su apoyo incondicional (aunque aún quede algún cafre) y del buen ambiente vivido, al que ha contribuido, en buena medida, la propia hinchada del Alcoyano. Enhorabuena y hasta la vuelta.


sábado, 16 de mayo de 2009

180 minutos

En estas últimas, y tensas, horas que preceden al esperado choque del domingo no hago más que oir y leer acerca de la importancia de dejar la eliminatoria encarrilada (cuando no resuelta) en el primer partido de nuestro doble enfrentamiento con el Alcoyano. Al parecer, todo el mundo da por cierta la imposibilidad de ganar en el campo de El Collao, y no dudan en calificarlo de olla a presión e infierno para los nuestros, en el caso de tener que ir allí a jugárnosla.

A mí me gustaría recordarle a la afisión (los jugadores ya lo deben de saber) que la eliminatoria dura 180 minutos (más el descuento) y que, en esto del balompié, está más que demostrado que puede pasar de todo y en cualquier sitio. Es cierto que sería positivo para nuestros intereses ascensoristas ir a la tierra de las peladillas sin haber encajado un gol y habiendo marcado varios pero ni mucho menos sería definitivo para el lance que esto no fuera así. Eso faltaría. A ver si ahora resulta que el Alcoyano nos marca en el Cartagonova y va a parecer aquello un sepelio en el que todo el mundo va a dar por perdida la eliminatoria. De ningún modo hemos de permitir semejante torpeza.

Por lo tanto, mi consejo para la afisión es que no se obsesione y que vaya preparada para todo; incluso para perder en este partido de ida ya que queda otro de vuelta en el que estará todo por decidir. Está por ver la solvencia del equipo rival a la hora de gestionar un hipotética ventaja en campo propio con tanta presión; si saldría a atacar, a conservar el resultado, etc. De esto ya sabemos en Cartagena, y mucho. Concluyamos pues, que en el Collao se puede ganar como ganó el Lorca en Irún o, verbi gratia, el Córdoba y el Vecindario en Cartagena.

Cosa distinta es que la afición del Cartagena apriete y anime como si fueran estos los últimos 90 minutos de la temporada. Ese sí que sería todo un acierto.


jueves, 14 de mayo de 2009

Carta abierta de un aficionado del Efesé

Reproduzco aquí por su innegable valor periodístico y sentimental, la famosa carta de Diego Pérez Piña en el diario La Verdad, a quien tuve el gusto de conocer, junto al canalla de su yerno hace ya algunos años:

"Siendo muy niño, nació la liga y tuvimos la primera decepción al encuadrarnos en la 2ª B cuando el equipo merecía ostentar mayor categoría pero el descenso de esa primera temporada nos puso en el lugar que merecía nuestro potencial de entonces.

1936 fue un año doloroso para todos los españoles pero nuestro Efesé conseguía su primer ascenso a la 2ª División en una eliminatoria contra el Villarreal (quién diría entonces dónde iba a llegar el Villarreal) aunque por las razones conocidas, no pudo estrenar categoría hasta 1939, una vez finalizada la Guerra Incivil y, nos mantuvimos durante tres temporadas en la categoría de plata para caer en el pozo de la 3ª División y, además, solicitar (y obtener) una dispensa de una temporada sin jugar para poder reorganizar el equipo.

En 1943 reapareció el equipo en 3ª y entonces yo, que acababa de cumplir los 16 años, con mis primeros dineros ganados en la Fábrica del Cristal de Santa Lucía, me hice socio del Efesé, al que permanecí fiel durante 50 años hasta que al finalizar la temporada 1992-93 en la que me jubilaron, marché a Cataluña para estar cerca de mi hija a la que el canalla de mi yerno se llevó en 1976.

Solamente el cariño hacia mi hija pudo romper una ligazón incondicional al blanquinegro (yo creo que eso se le debe perdonar a un padre) pero he seguido al equipo siempre que he podido y, por supuesto, en todos los desplazamientos que ha hecho a Cataluña.

Siendo socio (y después simpatizante) he conocido a jugadores que lo han dado todo por el equipo y a otros que han venido a llevárselas. He sufrido muchas decepciones pero también ha habido alguna alegría muy grande. Hemos conocido a grandes personajes del fútbol cartagenero y también a algunos personajillos que nos hicieron mucho daño (Herencia Jurado, Pombo ). He admirado a muchos rivales y me han decepcionado otros muchos que nos han hecho más de una jugarreta pero siempre, siempre, siempre, he defendido a mi equipo. Con razón o sin ella.

No hace mucho le decía a mi yerno que parecía que se iba a cumplir mi sueño de no morirme sin volver a ver a mi equipo en Segunda. No ha podido ser. No podré estar en la Plaza de España y en El Submarino el próximo mes de junio (no estará mi cuerpo pero sí estará mi espíritu) pero el banderín del Efesé con el que me enterraron, me acompañará por toda la eternidad.

¿Me debéis un ascenso! Cuando lo celebremos todos, acordaos de mí y de todos los que nos hemos quedado en el camino que estaremos también en la celebración."

El autor de esta carta póstuma es Diego Pérez Piña, socio durante medio siglo del Cartagena. Murió el miércoles pasado a los 81 años..."


Fuente: Diario La Verdad

miércoles, 13 de mayo de 2009

El mejor favor de la afición...

Al igual que nuestro grito de guerra es ¡¡Efesé!!, el del CD Alcoyano es ¡¡De-por-ti-vo!! (Pronúnciense las sílabas por separado y cada vez más rápido); igual que nosotros le dedicamos, de vez en cuando, nuestros cariñosos cánticos al equipo de la capital murciana, ellos se los suelen dedicar (igual de cariñosos o más) al de la alicantina; del mismo modo que nosotros nos sentimos acreedores de un ascenso (habida cuenta de las muchas veces que nos hemos quedado con la miel en los labios), la afición de Alcoy también cree que el destino les debe una después de varios fracasos en los últimos años…

He de confesar que la afición del Alcoyano me cae bien. Siempre que he visitado el Collao he hecho amistad con alguien y siempre he admirado su dedicación, fidelidad e identificación con los colores de su equipo. Por lo que sé, nosotros también caemos bien allí. Pienso que sería bonito que el próximo domingo en el Cartagonova, las peñas del Cartagena tuvieran algún detalle (llámese hermanamiento, quedada, o lo que sea) con la hinchada del Alcoyano y creo, por tanto, que ya están tardando en ponerse en contacto con gente de Alcoy para intercambiar bufandas, camisetas y, lo que se dice, pasar una jornada agradable. ¿Por qué? Pues porque aparte de ser lo correcto, y lo propio de una afición señora, ese, aparte de animar en el estadio es el mejor favor que pueden hacerle las peñas y la afición del Cartagena al Efesé el próximo domingo.

En el año 1992 el Cartagena se jugó el ascenso a doble partido contra el CD Badajoz. Había que ganar aquí y empatar allí o viceversa (conseguir 3 puntos con el antiguo sistema de puntuación, vamos). El CD Badajoz desplazó en el primer partido aproximadamente a 1000 personas que llenaron el fondo Norte Alto del Cartagonova (con colores blanquinegros también, por cierto). El mismo transcurrió con normalidad y acabó 2-0 (si no recuerdo mal marcaron Miguelo y Rai) con victoria para el Efesé.

El caso es que al finalizar el encuentro hubo una pequeña invasión de campo por parte de algunos aficionados cartageneros. No se les ocurrió otra cosa que irse al Fondo Norte, donde aún estaba retenida por seguridad la afición pacense, y comenzar a hacer cortes de manga, insultar y dedicarles algún gesto de dudoso gusto. También, justo es reconocerlo, voló algún palo de bandera y otros objetos que, gracias a Dios, no provocaron grandes daños. Aquello, la verdad sea dicha, fue una solemne tontería y pienso, de hecho, que la mayoría de los que tuvieron tan reprobable comportamiento no eran verdaderos hinchas del Efesé ni les importaba mucho que ascendiera. Pero fue suficiente para que, durante toda la semana siguiente, en Badajoz se vendiera la idea de que los cartageneros, de manera unánime y sin distinción, habíamos agredido a familias enteras de pacíficos aficionados del Badajoz. Un amigo mío, socio del CD Badajoz por aquella época, a quien conocí en la Universidad de Alicante años después, me contó que aquella semana, en los programas de radio locales, se abrieron los micrófonos a los oyentes, varios de los cuales relataban su particular odisea en Cartagena donde poco más o menos, que habían logrado salir vivos de milagro.

Claro, cuando el Efesé y los 12 autobuses que acompañamos al equipo llegamos a Badajoz, puede cualquiera imaginarse lo que nos esperaba. El ambiente no es que fuera hostil, es que era directamente insoportable y muy peligroso para la integridad física de jugadores (que asumieron bien pronto que ese partido era imposible de ganar) y aficionados; muchos apenas pudieron reprimir las lágrimas por la dolorosa goleada, cuando no por las heridas que les causaron las piedras arrojadas desde fuera del viejo Vivero. Todo esto ocurrió, en buena medida, por culpa de cuatro descerebrados que, estoy seguro, ni siquiera viajaron luego con el equipo, pero le dieron a la gente de Badajoz la excusa perfecta para calentar un partido que el Cartagena, en otras condiciones, podría haber sacado adelante.

Yo, como digo, conozco algo a la afición del Alcoyano. Confío en su cultura futbolística y en que, en un caso similar, sabrían diferenciar perfectamente entre lo que son un puñado de retrasados mentales y la afición del Cartagena en general. Pero, por si acaso, y teniéndonos que jugar el ascenso en el partido de vuelta en un campo como el Collao, yo, de la Federación de Peñas, atajaría el problema de raíz y procuraría que en la vuelta nuestro Efesé no se encontrara un ambiente más adverso del que, en condiciones normales, suele darse ya de por sí en partidos como estos. Un titular en la prensa alcoyana el día del partido de vuelta haciendo referencia, por ejemplo, a un hermanamiento entre aficiones en el Collao tendría un efecto balsámico que vale su peso en oro. Sigo insistiendo en que la afición gana partidos y aquí todos tenemos una obligación que cumplir y un papel que jugar.


martes, 12 de mayo de 2009

El CD Alcoyano es el favorito

El FC Cartagena se fundó en 1995 y no ha llegado a militar ni tan siquiera en Segunda División. El CD Alcoyano es un histórico del fútbol español que se fundó en 1929 y ha militado en primera en 4 ocasiones.

El Cartagena FC se retiró de la competición en 1997. Nadie movió un solo dedo para evitarlo y el Club se marchitó en el más absoluto de los olvidos prefiriéndose crear un Club nuevo y sin arraigo, que ser serios y luchar por su supervivencia. El CD Alcoyano ha estado varias veces al borde de la desaparición; la última y más grave en la misma época, 1996. Sin embargo, toda la ciudad de Alcoy; afición, instituciones y empresas se volcaron con el Club y lo salvaron de la quiebra demostrando su cariño por uno de los símbolos de la ciudad. Tras unas temporadas en Tercera volvió a Segunda B, está a punto de ascender a Segunda A, y sigue siendo el Alcoyano de toda la vida.

La última vez que el FC Cartagena disputó una fase de ascenso a Segunda fue hace tres años. La última vez que el CD Alcoyano disputó una fase de ascenso a Segunda fue hace dos años.

La trayectoria del FC Cartagena en Copa del Rey se limita a pasar una o dos rondas, cuando ha tenido la fortuna de disputarla. El año pasado el Alcoyano llegó a dieciseisavos de la Copa del Rey y cayó con el FC Barcelona pese a que empató a dos goles en el Camp Nou.

El Cartagena ha sido primero en el Grupo II que se asemeja más a la Tercera División que a la Segunda B. El CD Alcoyano ha quedado primer clasificado del Grupo III de Segunda División B; grupo donde militaban equipos de solera y en el que han mantenido una dura pugna por el liderato con un equipo hecho para ascender como es el Villarreal B.

El Cartagena tiene un gran técnico y una formidable plantilla, muy equilibrada en todas sus líneas. El CD Alcoyano también.

A ver si se enteran de una vez los listos de turno de que no está nada claro eso de que seamos favoritos y vayamos a ascender; que en Cartagena nunca hemos ganado nada. Así, a lo mejor, dejan de hacer el ridículo y colaboran menos a que se nos vea como una afición inculta y maleducada fuera de nuestra ciudad o, lo que es peor, se nos espere con ganas cuando vayamos a jugárnosla fuera poniéndoselo difícil al propio equipo.

Yo he visto jugar en cinco ocasiones al Alcoyano este año y tiene una gran plantilla, muy competitiva fuera de casa y muy difícil de doblegar en el Collao. Tienen una afición que aprieta de lo lindo y es bastante entendida; dicho lo cual creo que juntos (y sabiendo dónde estamos) podemos ganarles. Si lo prefería no era porque me pareciera más asequible deportivamente que el Irún o el Cádiz sino porque, por motivos de cercanía, creo que era la eliminatoria más cómoda y a la vez atractiva para ambas aficiones. Está claro que es necesaria la ilusión; sería del género tonto empezar una promoción con miedo y pensando que te la vas a pegar. Sin embargo, me molesta mucho que haya quienes, en un alarde de prepotencia y necedad, van sembrando antipatías, dando por hecho que ya hemos ascendido y faltándole al respeto al rival. Luego pasa lo que pasa, que nos dan hasta en el cielo de la boca y nos quedamos 4 ó 5 años con cara de tonto pensando en la mala suerte que tuvimos.

Hay que creer en estos jugadores y animar hasta la saciedad pero despacito, juntos y con humildad. Nos conviene.

lunes, 11 de mayo de 2009

Alcoyano

Hace tiempo que descubrí que yo, más que ser aficionado al fútbol, soy aficionado al Efesé. Quiero decir que, lo confieso, no soy gran conocedor de plantillas, técnicos y jugadores que no hayan tenido que ver, por alguna circunstancia, con el Cartagena.

Por eso, mientras que a estas horas los programas de radio, los foros y demás, deben estar echando chispas analizando minuciosamente al CD Alcoyano y dando detalles sobre la campaña que ha realizado, para mí el Alcoyano es, simplemente, el equipo que, por ejemplo, capitanea a sus 37 años Garrido, ex-jugador del Cartagena en dos etapas. También es el equipo que entrena Bordalás, primo hermano de Juan Ignacio Martínez, ex-técnico del Cartagena, quien también entrenara al equipo blanquiazul hace dos temporadas. Y el Collao es el campo en el que el Cartagena ganó 0-1, gol de Sagarduy, hace ya más de diez años, con un frío que pelaba en un partido en el que Pino, interior izquierdo del Efesé, le pegó un balonazo al árbitro que lo dejó inconsciente durante varios minutos...

Pero volvamos a lo nuestro. El Cartagena se las va a tener que ver con el CD Alcoyano jugando el primer partido en casa y el segundo fuera. Esto quiere decir que, de subir en primera ronda, lo haremos fuera de casa, eventualidad que me resulta francamente atractiva y que habrá de grabar las letras de Alcoy junto a las de Torrejón en la biografía de nuestro equipo. Creo que es un buen emparejamiento cuyo único inconveniente, para los cartageneros que queramos desplazarnos al Collao, va a ser su diminuto aforo.

No obstante vaticino una eliminatoria de lucha y brega de las que harán historia. Me gustaría, eso sí, que, para evitar sobresaltos, el Cartagena dejara parte de la misma resuelta en casa, y no encajara ningún gol, porque el Collao es un campo feo para ir a jugártela a cara de perro. Pero tampoco pasa nada si no es así. El Lorca creo recordar que consiguió un ascenso a Segunda B en ese campo hace poco con todo en su contra. En fin, ya dije que lo importante ahora es disfrutar de estas dos semanas y de los 180 minutos que nos separan, esperemos, del fútbol profesional.


domingo, 10 de mayo de 2009

Tensa espera

El 5-1 al cándido Villa Santa Brígida, cuya indumentaria ha tenido que prestarle el FC Cartagena, lo que ha provocado no pocas bromas entre la afisión, habida cuenta de que las camisetas llevaban impresos los nombres de los jugadores del Cartagena que hoy parecían estar en el campo por partida doble; el 5-1 al Santa Brígida, digo, ha cerrado una temporada regular (en su acepción de corriente, que no de mediocre) en la que el Cartagena ha sido por méritos propios (y algún demérito de los rivales) justo Campeón del Grupo II. Pero hoy, cualquier post dedicado al Cartagena tiene una esperanza de vida bastante corta, más concretamente hasta mañana por la tarde, cuando se sepa el rival al que habremos de enfrentarnos en la promoción.

Por un lado, el de la cabeza, pienso que hemos de ser prudentes, hacer un ejercicio de honestidad y reconocer que tardaremos mucho en vernos en otra igual. Quiero decir que, sin quitar mérito al trabajo realizado por técnicos y jugadores del Efesé, la composición de este Grupo II va a ser difícil que vuelva a repetirse y, probablemente, canarios, extremeños, murcianos y madrileños tarden mucho en volver a coincidir conformando, de este modo, un grupo en el que es algo más asequible, al menos en mi opinión, quedar primeros. Además, el Cartagena ha resultado encuadrado en el mismo justamente cuando eso -quedar primero- tiene un reconocimiento especial por parte de la Federación en forma de doble oportunidad para ascender. En consecuencia, me parece que si ahora el Cartagena tiene excelentes pronunciamientos a su favor para lograr el objetivo no ha sido tanto por tratarse de un equipo invencible, como por las felices circunstancias que le han llevado, entre otras cosas, a proclamarse tuerto en un país de ciegos. Esto, como digo, debe conducirnos necesariamente a la prudencia.

Por otro lado, el del corazón, me da por pensar que, en el fondo, da igual el grupo y el puesto en el que se haya quedado porque a partir de ahora empieza otra historia totalmente distinta; una historia en la que las sensaciones, tras este tramo final de liga, son inmejorables. Esto me lleva a ser optimista porque, como ya he explicado otras veces, tras muchos años viendo fútbol (y viviendo decepciones) me he convencido de que aspectos como el ambiente o la mentalidad con la que jugadores, técnicos y afición afrontan este tipo de desafíos son capaces de ganar partidos y juegan un papel tan fundamental como el de la calidad de los propios futbolistas. En este sentido creo que nunca antes (ni siquiera con el Córdoba o el Vecindario) ha llegado todo el mundo tan enchufado como se está viendo ahora.

Por eso, también, creo que lo de menos es el rival que toque mañana. Egoístamente me gustaría el Alcoyano, que me pilla a 30 kilómetros de casa y es un equipo al que le tengo especial simpatía. Reconozco, eso sí, que subir por la puerta grande, ganándole al Cádiz, sería algo digno de recordarse. Pero ya digo que da igual pues que la historia nos ha demostrado que se puede ganar y perder en estadios grandes, campos pequeños, contra equipos históricos, contra equipos de tres al cuarto, en casa, fuera y teniendo enfrente aficiones numerosas y combativas, o escasas y pacíficas.

Así que, toque lo que toque, lo importante es prepararse para lo que viene y, sobre todo, disfrutar con la exaltación de los colores blanquinegros y las anécdotas dignas de recordarse que, a buen seguro, tendremos oportunidad de vivir los próximos días. Aupa Efesé.


jueves, 7 de mayo de 2009

Cartagena rules

miércoles, 6 de mayo de 2009

Los pecados de la afisión

Hace ya algún tiempo comencé a redactar una serie de cuatro artículos sobre la afición del Cartagena, tres de los cuales llegué a publicar en el blog con cálida acogida por parte de los lectores. El último no vió la luz a causa de mi decisión de dejar de escribir sobre el Efesé durante algún tiempo. Ahora aprovecho para publicar los cuatro capítulos de golpe, cumpliendo así con la promesa que le hice a mi joven amigo Domingo. Me gustaría advertir, eso sí, que todo lo que escribo, aunque tenga su miaja de ironía, va traspasado por el cariño que le tengo a mi ciudad, a mis paisanos y, muy especialmente, a los aficionados del Cartagena. Si alguien quiere ver lo contrario, a buen seguro será por culpa de mi impericia a la hora de escribir, que no por su falta de entendimiento, o mala baba...


El quemasangres…


La primera vez que tomé conciencia de lo que era un quemasangres fue cuando de niño fui, acompañado de mi padre, al fondo sur de un joven estadio Cartagonova para presenciar el que era primer partido en casa de una recién estrenada temporada. Como crío que era (y por lo tanto mucho menos curtido que la mayoría de aficionados del Efesé, en esto de la fatalidad que suele acompañar casi siempre a nuestro equipo), asistí al partido con la mayor de las ilusiones y dispuesto a presenciar el inicio de lo que, no tenía la menor duda, sería una campaña fulgurante que nos devolvería a la recientemente perdida división de plata.

No obstante, mis fantasías de niño murieron bien jóvenes ese día; y esta vez, por increíble que parezca, no fue el Efesé el que se encargó con su juego de darles cumplida sepultura. Fueron, más bien, las palabras de un hombre de mediana edad, nada sospechoso de ser aficionado del equipo visitante, las que azotaron mis oídos y me sacaron violentamente del letargo en el que me hallaba sumido tras casi tres meses sin aspirar el delicioso olor de puro habano que, inconscientemente, siempre he relacionado con nuestro fútbol local. Nada más aparecer por uno de los vomitorios del citado fondo sur, este buen hombre se giró hacia la grada y, fingiendo dirigirse a un conocido que yo no veía por ningún lado, exclamó lacónicamente y en voz alta: “Qué lastimica de campo, pa lo que va servir podían haberlo aprovechao y plantar boniatos”.

He de reconocer que el anticlímax que provocaron en mí tan terribles palabras casi me supone un trauma del que difícilmente hubiera podido recuperarme si no es porque pronto aprendería a convivir con este tipo de situaciones. Yo no entendía que alguien que, como digo, no era aficionado de otro equipo y parecía ser socio del Cartagena, viniera al campo haciendo gala de una actitud tan perjudicial, sin duda, para los intereses blanquinegros. Pero menos aún entendía que aquel hombre pareciera encontrar algo de morbosa complicidad en el resto de aficionados. Unicamente un joven (que debía tener más o menos la edad que yo tengo ahora) le recriminó sus palabras con escaso éxito y terminó por marcharse, acto seguido, a una localidad algo más alejada de donde nos encontrábamos los allí presentes.

Con el paso de los años todos nos hemos acostumbrado a convivir con este tipo de individuos que, sinceramente, aún me pregunto qué satisfacción encuentran en amargar la tarde al resto de aficionados. En determinado partido de la última temporada, por ejemplo, me llamó la atención la intervención de otro seguidor que, finalizado el primer tiempo, se levantó de su asiento y proclamó a carcajada limpia: “Es la primera ves que vengo al fúrbo desde´l dia del Cordoba y porque m´han invitao, pero viendo a estos mantas no pienso volver nunca mas”. Yo imagino que esta clase de conductas deben repercutir directamente en la realización (como se dice ahora) de quienes las llevan a cabo y también que sirven para alimentar su pobre ego, (el cual, probablemente, debe sufrir algún tipo de carencia en los demás órdenes de la vida). Vamos, que como dijo otro aficionado que se encontraba cerca de mí, en voz baja para que no lo oyera nadie: “Ese viene aquí a gritar to lo que no se atreve a gritar en su casa”. Aún así, añadido a su indudable valor sociológico, hay que admitir que los quemasangres realizan una gran función social como es la de mantener al resto de aficionados con los pies en el suelo y evitar que se lancen las campanas al vuelo a poco que el Efesé haga las cosas a derechas. Claro que, una cosa es mantenerles los pies en el suelo y otra, bien distinta, es hundirles la cabeza bajo tierra.


El Agonías…

Siguiendo con mi propósito de disertar sin rumbo fijo sobre las cualidades (no siempre positivas) que caracterizan a los seguidores blanquinegros, me gustaría diferenciar claramente entre el quemasangres y el agonías. De hecho, podríamos afirmar que merced a que todos los cartageneros tenemos bastante de agonías, los quemasangres tienen su éxito garantizado. Y es que si el objetivo del quemasangres es fastidiar y quitarle el ánimo a cualquiera que se le ponga por delante, nada mejor para lograr sus objetivos, que verse rodeado de sujetos con una especial querencia por el pesimismo y la fatalidad, que los haga más influenciables.

Un agonías, a diferencia del quemasangres, no pretende fastidiar a los demás con sus juicios derrotistas; los emite porque es su naturaleza y no lo puede evitar. Es más; a menudo no los proclama sino que los guarda y los sufre para sí. Ahogarse en vaso de agua es su deporte favorito y, me atrevo a asegurar, que con el paso del tiempo, el agonías ha ido perfeccionando una peligrosa vertiente masoquista que le hace disfrutar de sus propios miedos. Resulta palmario que todos los cartageneros tenemos cierta tendencia al lamento y al pesimismo así que ello nos convierte a todos, de alguna forma, en agonías de distinta condición y en presa fácil, como digo, de nuestros amigos los quemasangres.

Pensemos, por ejemplo, en lo que ocurre en la grada cuando el Cartagena tiene la fortuna de que le piten un penalti a favor en su propio estadio. Indiscutiblemente, la señalización de la pena máxima por parte del árbitro despierta inmediatamente un enorme júbilo y entusiasmo en todos y cada uno de los aficionados, independientemente de su ralea o condición. Pero pronto, generalmente coincidiendo con el momento en el que el jugador del Cartagena encargado de lanzar la pena máxima, coge el balón, y da los primeros pasos hacia el punto fatídico, empiezan a generarse unas terribles dudas en el fuero interno del aficionado de a pié, que terminan por convencerle de que algo horrible va a suceder; “Ahora hay que meterlo” “¿Y si lo falla?”, “Seguro que lo falla…”

Es justo en ese instante de duda, en esos momentos de tensión generalizada, cuando a mí me gustaría poder parar el tiempo y realizar una encuesta entre todos mis paisanos para determinar cuál piensan que será el resultado del lanzamiento. O mucho me equivoco o tengo para mí que una abrumadura mayoría contestaría que va a ser fallado. ¿O acaso pensaba otra cosa una gran parte de la afisión cuando Sabino se disponía a batir a Santi Lampón el día del Vecindario? Por supuesto, reanudado el juego y si por un casual el resultado del penalti hubiera sido, por desgracia para nuestro equipo, el de no verse transformado en gol, el cartagenero no dudará en aseverar en voz alta aquello de “Lo sabía. No, si ya te lo desía yo…”

¿Por qué los cartageneros somos así? Francamente, no lo sé. A menudo pienso que es una especie de mecanismo de defensa. Una especie de “estar preparados para lo peor” para que si, por si acaso ocurre, el golpe no sea tan duro. En cualquier caso da la sensación de que la cosa ha degenerado bastante y que, con el paso de los años, se ha parido como resultado final una negatividad y autocomplacencia bastante alarmantes que son, seguramente, las responsables últimas de la ya famosa “apatía del cartagenero”.

Bueno, si alguien no ve la relación da igual porque mi intención no era meterme en este berenjenal filosófico que, luego a luego, nada tiene que ver con el sano deporte del balompié. Lo que sí diré, para terminar, es que si aceptamos que para todo en la vida es necesario el ánimo y el optimismo, está claro que esta manera de ser nos perjudica notablemente. Quizás resulte pretencioso afirmar que es la causante de todas nuestras desgracias (en este caso deportivas) pero ¿quien nos dice que toda esa energía negativa no se transmite de algún modo a los jugadores que defienden nuestros colores en el campo?


El malpensao…

Da igual que el rival haya llegado una vez a puerta en todo el encuentro y la pelota haya pegado en el poste antes de entrar en la portería del Efesé. Para el malpensao siempre se habrá vendido el partido.

Todavía hoy, diez años después del Cordobazo, es fácil encontrarse a gente que afirma con pasmosa rotundidad que aquel partido se vendió descaradamente. Eso sí, no hay un criterio fijo, entre este grupo de desconfiados aficionados, a la hora de ponerse de acuerdo en cómo se produjo la compra-venta en cuestión; unos apuntan al propio Presidente del entonces Cartagonova como principal culpable, otros al portero, otros al central que cometió la falta…da igual, el caso es que “ese partido estaba comprao”.

Recuerdo que hace un par de temporadas, tras cometer Molist, con un manotazo al esférico un penalti que provocó que el humilde Almansa se adelantará en el marcador, escuché a aficionados que me merecen todo el crédito, aseverar sin rubor: "Claro, como el Cartagena lo tié to echo, les abran vendío el partido a los pobreticos del Almansa". Interrogados por mí sobre el particular al finalizar el encuentro (con la victoria del Efesé por 2-1), estos aficionados no dudaron en alegar que si el Cartagena al final había conseguido la victoria era porque: “seguramente, ar final no san puesto dacuerdo en las perras”

Yo sé que el balompié en nuestra ciudad ha dado más bien pocas alegrías. Incluso estoy dispuesto a aceptar que tiempo atrás, el resultado de alguna de aquellas míticas promociones que el Efesé disputó en los setenta estuviera pactado de antemano. Pero, francamente, pienso que de ahí a proclamar que el Cartagena pierde los partidos decisivos porque alguien se vende y no cumple con su obligación de manera sistemática, media un abismo. Seguramente que la cosa tenga que ver más con esa manía tan cartagenera de “darle la vuelta a to” que con la pura realidad. Además, aceptar que todo está previsto anticipadamente significaría que no podríamos seguir lamentándonos y autocompadeciéndonos de nuestra mala suerte en los momentos decisivos; y eso es algo que no debe ser consentido, de ninguna de las maneras, por ningún cartagenero que se precie. Personalmente, y aunque sólo sea por resultarme mucho menos romántica que una hipotética y sistemática intervención divina en contra de los intereses de nuestro equipo, no estoy dispuesto a concederle el más mínimo crédito a esta teoría de las compraventas.


El (mal) educao…

Aficionados maleducados, que no respetan las más básicas normas de comportamiento, los hay en todos lados y no son, por lo tanto, patrimonio exclusivo del Efesé. Pero vista la gran afluencia de público de esta estofa al Estadio Municipal, durante las últimas temporadas, me veo obligado a dejar en estas líneas cumplida constancia de su existencia.

El “maleducao” suele acudir en grupo, para poder tener a su alrededor a quienes le rían las gracias. Gusta de vociferar constantemente durante todo el encuentro y ser protagonista absoluto de todos los insultos y chistes de mal gusto que se pueda uno imaginar. Ya desde el minuto de silencio, si es que lo hubiera, nos obsequiará a todos los asistentes con unos cuantos berridos que, aparte de afear el homenaje a la persona fallecida, servirán para prevenirnos de la tarde que nos espera.

En el mejor de los casos, sus insultos y gracietas irán dirigidas al árbitro o jugadores rivales aludiendo a su procedencia, raza o condición; pero si, por un casual, el Efesé resulta que no tiene su tarde, el maleducao no dudará en convertir a nuestros propios jugadores en blanco indiscriminado de sus agravios e injurias, al tiempo que anima a sus (frecuentemente) alcoholizados amigos a que sigan su ejemplo.

No hace falta decir que semejante comportamiento crea un desagradable ambiente que llega a resultar insoportable para aquellos que llevan niños al estadio o, simplemente, gustan de ver el partido en razonable armonía. Si alguno de ellos decide reprocharle al maleducao su manera de proceder, nuestro amigo no dudará en contestar: “Joe, si le molesta a usté lo que digo haberse ido al teatro”.

El invitao…

El invitao es ese aficionado que no tenía nada mejor que hacer esa tarde y hace acto de presencia en el estadio gracias al carné de un amigo que no ha podido asistir, a una invitación del club o, si no hay más remedio, a una entrada de las más baratas.

Hay invitaos que saben comportarse y cuál es su sitio. Son conscientes de que, habida cuenta de su nulo apoyo durante el resto de la temporada, carecen de la autoridad moral necesaria para enjuiciar la labor de los futbolistas sobre el césped a las primeras de cambio. Por supuesto, también se abstienen de ponerse a lanzar homilías sobre el fútbol local que puedan herir la sensibilidad de los incondicionales que acuden todos los domingos al estadio llueva, truene o haga calor. Es más, aunque sepan a ciencia cierta el nombre de ese jugador que ha destacado por alguna jugada en particular, tienen el detalle y la prudencia de preguntarlo, al objeto de que ninguno de los incondicionales que tenga cerca pueda sentirse ofendido.

El conflicto ocurre cuando se presentan invitaos que no respetan ciertos códigos y, en su primera aparición por La Rambla de Benipila, no dudan en permitirse lujos como despotricar sobre el juego del equipo o gritarle al entrenador lo que tiene que hacer. El sufrido incondicional, si es que lo juzga oportuno, responderá entonces contra lo que considera una injerencia intolerable, mandando callar al invitao y poniendo los galones encima de la mesa: “Tu te callas que pa eso es la primera ves que vienes”

Lo que pasa es que la cosa se agrava si resulta que ese invitao es además (como suele ocurrir con bastante frecuencia) un agonías o un malpensao; y ya echa chispas si hablamos de un quemasangres o un maleducao de los que se atreve, incluso, a faltar a los mismísimos jugadores del Cartagena. Generalmente, el incondicional de turno les volverá a recordar “amablemente” a este tipo de individuos que son intrusos en predio ajeno y que deben darse un punto en la lengua; pero si la cosa no resulta, no tendrá más remedio que mostrarse algo más contundente y exclamará algo como: “cagon toas las invitasiones que ha dao el club” para ver si así, los invitaos se dan por aludidos y dejan de fastidiar.

Sin embargo, otras veces, la avalancha de invitaos que no saben comportarse es tal, que llegan a intimidar incluso a los pobres incondicionales que, acostumbrados a estar lo que se dice en familia, se encuentran algo fuera de lugar cuando hay demasiada gente en el estadio. Al finalizar la tarde, éstos últimos acaban visiblemente congestionaos de tanto tragar y, en el peor de los casos, buscando desahogarse de mala manera.

Me gustaría recordarles, por tanto, a los jugadores del Cartagena de cara a los importantes partidos que se avecinan, que no deben enfadarse con la afisión si es que escuchan demasiados improperios o palabras de mal gusto durante su actuación; deberán hacer oídos sordos y tener en cuenta la gran cantidad de invitaos que aparecen por el estadio, justamente cuando ellos mejor están haciendo las cosas.

Al igual que yo he cuestionado la autoridad del invitao para emitir juicios sobre nuestro querido Efesé, no culparé a nadie si cuestiona la mía para hablar tan alegremente de los pecados de la afisión. Soy consciente de que encaramarme a esta tribuna para hablar de algo tan delicado puede acarrearme no pocas antipatías. Sin embargo, espero que sirva de atenuante el hecho de que lo hago con el mayor de los afectos hacia mis queridos paisanos y con la intención de que estos pasen un rato divertido reconociendo algunas de las situaciones que, casi con toda seguridad, habrán vivido alguna vez en nuestro querido estadio.

Yo, aunque parezca lo contrario, les tengo un gran cariño al quemasangres, al agonías, al malpensao o al invitao (quizá un poco menos al maleducao) porque creo, honradamente, que todos ellos se encuentran, de alguna manera, dentro de cada uno de nosotros: ¿Quién no ha sacado de quicio alguna vez (con algo de mala follaica) a un amigo a base de emitir juicios negativos acerca del juego del equipo? ¿Quién no ha caído alguna vez en la tentación de pensar que un partido perdido del Efesé estaba comprado de antemano? ¿A quién no se le ha escapado alguna vez en los últimos tiempos eso de: “Sivori joé, levanta del suelo de una puta ves”? Incluso la mayoría de buenos aficionados hemos ido alguna vez de invitados al estadio, porque esa temporada no hemos podido o querido (hartos de desengaños), abonarnos al club de nuestros amores…

No debe, por tanto, nadie, tomarme en consideración mis palabras si es que se ha sentido ofendido, pues que yo, como buen cartagenero, también he pecado muchas veces siendo hincha del Efesé. Verbi gratia, esta temporada en la que no he aparecido por el campo hasta última hora. Ser un poco quemasangres o un poco agonías no es nada malo; Pero, honestamente, pasarse la vida instalado en el lamento, la apatía o desconfiando de los profesionales, no me parece justo ni de hombres sabios. Es más, estoy seguro (ya lo he dicho muchas veces) de que es perjudicial y nos impide progresar.


lunes, 4 de mayo de 2009

Querido Julio...

Querido Julio, no sé si querrás creerme cuando te diga que me he vuelto a ilusionar con el Efesé. Sí, ya lo sé; sé que te dije que estaría un buen tiempo alejado del estadio; que nuestros paisanos, con su falta de orgullo y su miaja de apatía, habían terminado por hacerme sentir incómodo en el graderío; y que esta directiva, más en concreto, su presidente, no me inspiraban confianza alguna habida cuenta de sus salidas de pata de banco y su predisposición a no dejar trabajar a los profesionales. Pero tú sabes, querido Julio, que me pueden los sentimientos y que, si bien mi cabeza y mi experiencia me llevan a dudar seriamente de que este barco llegue a buen puerto, mi corazón no para de decirme que este es el año que tanto estábamos esperando, que el Efesé va a ascender a Segunda por la puerta grande, a lo Campeón, y que el año que viene va a mantener holgadamente la categoría de plata cuando no, dar el susto y asomarse a los puestos que dan derecho a codearse con los grandes del fútbol nacional.

Pero, tienes razón, pongamos los pies en el suelo, hasta ahora no se ha logrado nada que no se haya conseguido ya otras veces; esto es, clasificarse para el Play Off. En Cartagena (tú y yo lo sabemos bien) hemos padecido el suplicio de la promosión en múltiples ocasiones y en bien pocas se ha logrado el objetivo. ¿Te acuerdas de cuando quedamos en mi casa para escuchar el Córdoba-Cartagena por la radio en el 91? Éramos unos críos y yo no hablaba de otra cosa después de que mi primo Gabriel me hubiera llevado a ver todos los partidos de la liguilla en casa. Lo recuerdo como si fuera ayer… y mis padres también. No en vano tuvieron que cambiar el sofá del salón después de que tú y yo lo destrozáramos dando botes con el gol de Rai. Por si fuera poco el estropicio, les tocó enjugarnos las lágrimas (a base de chocolate caliente y churros) cuando se confirmaron las terribles noticias que llegaban desde el campo de las Margaritas de Getafe, que daban al traste con nuestras ilusiones de ver al Efesé en Segunda División.

Pero tú y yo no escarmentamos y al año siguiente nos las apañamos, a pesar de nuestros catorce años, para apuntarnos en uno de los autobuses que marcharon rumbo a Badajoz desde la plaza de los Héroes de Cavite a apoyar al Efesé en una nueva desventura. Llegado el momento no nos dejaban ir solos y tuvimos que convencer a mi padre de que nos acompañara y se embarcara en aquel viaje por el cual, dicho sea de paso, aún no me ha perdonado. Cada 28 de Junio me pregunta "Juan Antonio, ¿Cuántos años hace ya de lo de Badajoz?". Qué mal lo pasó el pobre, hombre cabal y prudente, con dos críos inconscientes a su cargo en aquel verdadero infierno. Nos llevamos los goles de Pozo, todo el sol de Extremadura en la cabeza y alguna que otra pedrada que, gracias a Dios, no logró traspasar los cristales del autobús.

¡Ay Julio! Cuántas penurias nos ha hecho pasar el Efesé. Aunque ninguna comparada con su descenso por impago y su postrera retirada de la competición. Bien es verdad que en aquella época, tú y yo habíamos dejado un poco de lado el fútbol y andábamos más preocupados de las zagalicas que de otra cosa. Por cierto ¿Te acuerdas de aquella que me hizo un cojín bordado con el escudo del Cartagena en punto de cruz? Qué envidia me tenías, bribón, y cómo me gustaba hacerte rabiar enseñándotelo cada vez que venías a casa. Más tarde me confesaste que le cogiste manía a esa muchacha porque no me dejaba ir mucho a los Juncos a ver al Cartagonova y tuviste que tragarte tú solico unos partidos infumables. Yo solía decir, para excusarme, que ese no era nuestro equipo mientras que tú intentabas convencerme de que, con el tiempo, ese volvería a ser el Efesé y la grada de preferencia corearía su nombre con orgullo. Cuánta razón tenías…

Tras el ascenso a Tercera vino la promoción contra el Sóller, el Xátiva y el Barcelona C (de Molist y Puyol). Otra ocasión pifiada que nos hacía sospechar que el Cartagonova iba a ser digno heredero de nuestro malogrado Efesé. Aunque nunca te lo he dicho, confieso que fue por aquel entonces cuando de verdad empecé a cogerle cariño al nuevo equipo. ¿Por qué será que queremos más a las cosas cuánto más sufrimos con ellas? Y conste que con el Efesé, tú y yo hemos sufrido mucho. Menos mal que al año siguiente, y tras aquel viaje a Tortosa del que volvimos entre disgustados (por el tres a cero) y contentos (por la victoria del Constancia de Inca en Pinoso), logramos ascender y poner las cosas en su sitio. Qué bien lo pasamos aquella tarde del 8-0 en el estadio, y luego en el Submarino. Por cierto, no sé si has caído en la cuenta de que en aquella temporada se destituyó inexplicablemente al entrenador, Javier Quintana, yendo líderes destacados tras la primera vuelta, y se fichó, en su lugar, a Pedro Valentín Mora. ¿A qué te recuerda eso? ¿Será una premonición?

Lo que vino después lo tenemos todos muy reciente aunque los más jóvenes aficionados ni lo conocerán; el Cordobazo, Oliver, la Plataforma, el cambio de nombre, lo de Vecindario y… tu ruptura con el Efesé. En fin, que, si te parece, mejor lo dejamos para otra carta. Creo que ya está bien por hoy. Además, sospecho que ya he conseguido mi objetivo de volverte a meter el gusanillo en el cuerpo. ¿De verdad sigues empecinado en no volver al campo?

Bueno, no insisto, sólo quiero que sepas que me ha alegrado volver a dirigirte unas palabras después de tanto tiempo. Es verdad, ya no somos aquellos infelices críos que se gastaban la paga semanal en una entrada de Fondo Sur Joven, se sabían la biografía y milagros de cada futbolista del Efesé e incluso se colaban en algún que otro entrenamiento del equipo. La vida, querido Julio, nos ha hecho madurar y, seguramente, las lágrimas vertidas por culpa de los sinsabores del Efesé en su día, nos parezcan hoy día una solemne tontería.

En fin, te dejo, no sin antes decirte que si el Cartagena finalmente asciende, tengas claro que, digan lo que digan, una parte de ese ascenso te corresponde a ti y a los que como tú, se han dejado los pelos en las gatera luchando por esos colores. No obstante, recuerda que si decides dejarte caer por el estadio en este último empujón, tus amigos y tu Efesé, te estaremos esperando y te recibiremos, como siempre, con los brazos abiertos. Como si no hubiera pasado el tiempo.

Un abrazo Julio.

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SoSuechtig, Burajiru