Querido Julio, no sé si querrás creerme cuando te diga que me he vuelto a ilusionar con el Efesé. Sí, ya lo sé; sé que te dije que estaría un buen tiempo alejado del estadio; que nuestros paisanos, con su falta de orgullo y su miaja de apatía, habían terminado por hacerme sentir incómodo en el graderío; y que esta directiva, más en concreto, su presidente, no me inspiraban confianza alguna habida cuenta de sus salidas de pata de banco y su predisposición a no dejar trabajar a los profesionales. Pero tú sabes, querido Julio, que me pueden los sentimientos y que, si bien mi cabeza y mi experiencia me llevan a dudar seriamente de que este barco llegue a buen puerto, mi corazón no para de decirme que este es el año que tanto estábamos esperando, que el Efesé va a ascender a Segunda por la puerta grande, a lo Campeón, y que el año que viene va a mantener holgadamente la categoría de plata cuando no, dar el susto y asomarse a los puestos que dan derecho a codearse con los grandes del fútbol nacional.
Pero, tienes razón, pongamos los pies en el suelo, hasta ahora no se ha logrado nada que no se haya conseguido ya otras veces; esto es, clasificarse para el Play Off. En Cartagena (tú y yo lo sabemos bien) hemos padecido el suplicio de la promosión en múltiples ocasiones y en bien pocas se ha logrado el objetivo. ¿Te acuerdas de cuando quedamos en mi casa para escuchar el Córdoba-Cartagena por la radio en el 91? Éramos unos críos y yo no hablaba de otra cosa después de que mi primo Gabriel me hubiera llevado a ver todos los partidos de la liguilla en casa. Lo recuerdo como si fuera ayer… y mis padres también. No en vano tuvieron que cambiar el sofá del salón después de que tú y yo lo destrozáramos dando botes con el gol de Rai. Por si fuera poco el estropicio, les tocó enjugarnos las lágrimas (a base de chocolate caliente y churros) cuando se confirmaron las terribles noticias que llegaban desde el campo de las Margaritas de Getafe, que daban al traste con nuestras ilusiones de ver al Efesé en Segunda División.
Pero tú y yo no escarmentamos y al año siguiente nos las apañamos, a pesar de nuestros catorce años, para apuntarnos en uno de los autobuses que marcharon rumbo a Badajoz desde la plaza de los Héroes de Cavite a apoyar al Efesé en una nueva desventura. Llegado el momento no nos dejaban ir solos y tuvimos que convencer a mi padre de que nos acompañara y se embarcara en aquel viaje por el cual, dicho sea de paso, aún no me ha perdonado. Cada 28 de Junio me pregunta "Juan Antonio, ¿Cuántos años hace ya de lo de Badajoz?". Qué mal lo pasó el pobre, hombre cabal y prudente, con dos críos inconscientes a su cargo en aquel verdadero infierno. Nos llevamos los goles de Pozo, todo el sol de Extremadura en la cabeza y alguna que otra pedrada que, gracias a Dios, no logró traspasar los cristales del autobús.
¡Ay Julio! Cuántas penurias nos ha hecho pasar el Efesé. Aunque ninguna comparada con su descenso por impago y su postrera retirada de la competición. Bien es verdad que en aquella época, tú y yo habíamos dejado un poco de lado el fútbol y andábamos más preocupados de las zagalicas que de otra cosa. Por cierto ¿Te acuerdas de aquella que me hizo un cojín bordado con el escudo del Cartagena en punto de cruz? Qué envidia me tenías, bribón, y cómo me gustaba hacerte rabiar enseñándotelo cada vez que venías a casa. Más tarde me confesaste que le cogiste manía a esa muchacha porque no me dejaba ir mucho a los Juncos a ver al Cartagonova y tuviste que tragarte tú solico unos partidos infumables. Yo solía decir, para excusarme, que ese no era nuestro equipo mientras que tú intentabas convencerme de que, con el tiempo, ese volvería a ser el Efesé y la grada de preferencia corearía su nombre con orgullo. Cuánta razón tenías…
Tras el ascenso a Tercera vino la promoción contra el Sóller, el Xátiva y el Barcelona C (de Molist y Puyol). Otra ocasión pifiada que nos hacía sospechar que el Cartagonova iba a ser digno heredero de nuestro malogrado Efesé. Aunque nunca te lo he dicho, confieso que fue por aquel entonces cuando de verdad empecé a cogerle cariño al nuevo equipo. ¿Por qué será que queremos más a las cosas cuánto más sufrimos con ellas? Y conste que con el Efesé, tú y yo hemos sufrido mucho. Menos mal que al año siguiente, y tras aquel viaje a Tortosa del que volvimos entre disgustados (por el tres a cero) y contentos (por la victoria del Constancia de Inca en Pinoso), logramos ascender y poner las cosas en su sitio. Qué bien lo pasamos aquella tarde del 8-0 en el estadio, y luego en el Submarino. Por cierto, no sé si has caído en la cuenta de que en aquella temporada se destituyó inexplicablemente al entrenador, Javier Quintana, yendo líderes destacados tras la primera vuelta, y se fichó, en su lugar, a Pedro Valentín Mora. ¿A qué te recuerda eso? ¿Será una premonición?
Lo que vino después lo tenemos todos muy reciente aunque los más jóvenes aficionados ni lo conocerán; el Cordobazo, Oliver, la Plataforma, el cambio de nombre, lo de Vecindario y… tu ruptura con el Efesé. En fin, que, si te parece, mejor lo dejamos para otra carta. Creo que ya está bien por hoy. Además, sospecho que ya he conseguido mi objetivo de volverte a meter el gusanillo en el cuerpo. ¿De verdad sigues empecinado en no volver al campo?
Bueno, no insisto, sólo quiero que sepas que me ha alegrado volver a dirigirte unas palabras después de tanto tiempo. Es verdad, ya no somos aquellos infelices críos que se gastaban la paga semanal en una entrada de Fondo Sur Joven, se sabían la biografía y milagros de cada futbolista del Efesé e incluso se colaban en algún que otro entrenamiento del equipo. La vida, querido Julio, nos ha hecho madurar y, seguramente, las lágrimas vertidas por culpa de los sinsabores del Efesé en su día, nos parezcan hoy día una solemne tontería.
En fin, te dejo, no sin antes decirte que si el Cartagena finalmente asciende, tengas claro que, digan lo que digan, una parte de ese ascenso te corresponde a ti y a los que como tú, se han dejado los pelos en las gatera luchando por esos colores. No obstante, recuerda que si decides dejarte caer por el estadio en este último empujón, tus amigos y tu Efesé, te estaremos esperando y te recibiremos, como siempre, con los brazos abiertos. Como si no hubiera pasado el tiempo.
Un abrazo Julio.