He de reconocer que aún albergo cierto temor a que la marcha de Paco Jémez signifique, de alguna forma, una negativa velada del club a cambiar las condiciones (parece ser que un tanto mejorables) en las que se trabaja internamente; sobre todo si tenemos en cuenta las demandas de profesionalización exigidas por el canario para su continuidad. Aclaro que, en mi opinión, cuando Jémez habla de profesionalización del club no se refiere únicamente a medios, material o colaboradores (como cándidamente parecen haber concluído algunos) sino también al modo en el que se establecen las jerarquías y las competencias de cada cual en el día a día. Por otro lado me parece bastante desalentador el hecho de que el banquillo del Cartagena, desde la llegada de su actual Presidente, parezca una silla eléctrica en la que nadie aguanta más de unos cuantos meses. Bajo mi punto de vista ello no contribuye demasiado a forjarse una imagen de club serio y estable en el que los jugadores tengan claro que el que manda no va a ser despedido cuando menos se lo esperen (haciendo estériles sus esfuerzos por impresionarlo en los entrenos) o, lo que es peor, cuando ellos se propongan echarlo…
Dicho lo cual, si existe alguna forma de convencerme, como aficionado, de que el cambio es necesario, esa es, sin duda, volver a poner a Juan Ignacio Martínez al frente de la nave blanquinegra. Creo que se trata de un hombre serio y trabajador, que hubiera realizado una gran labor en segunda división con aquel Efesé que se quedó a las puertas del ascenso en la eliminatoria con el Vecindario; y creo que resulta, en cierto modo, poético que, tres años después, el destino haya puesto las cosas en su sitio (Al Efesé en segunda y al Vecindario, que me perdonen los canarios, en segunda b) dándonos la oportunidad de hacer como si nada hubiera pasado y aquella fatídica noche hubiéramos vencido nosotros. Bueno, para ser justos, faltaría que algunos jugadores de esa época, de los que se alegran sinceramente de nuestro ascenso (pues parece ser que hay otros que no), estuvieran también en la actual plantilla.
Pero volvamos a lo nuestro. Como iba diciendo resulta palmario que JIM es un candidato de consenso cuyo aterrizaje sería aplaudido por casi todo el mundo. La afisión guarda un inmejorable recuerdo de él y del fútbol que desplegaba el equipo; la prensa también está por la labor de allanar el camino, pues parece ser que no era hombre altanero que dificultara su trabajo (algo que los del oficio valoran mucho). Los jugadores, en este caso los capitanes, también se comenta que lo verían con buenos ojos. Así las cosas, todo depende del Presidente y del propio Juan Ignacio, al que yo creo que le haría ilusión volver pese a la forma en que se marchó (o precisamente a causa de ella).
A mí, por si no ha quedado claro, me alegraría mucho verlo de nuevo al frente de nuestro equipo. Confieso que me cae bien; me agradan su valentía y desparpajo, tanto dentro como fuera del terreno de juego; siempre me pareció un profesional honesto que, además, acepta bien la crítica; es de suponer que habrá ganado en experiencia y, por último, creo que el hecho de que en Segunda División no haya play-off ni por el ascenso ni el descenso, debe ser todo un argumento a favor de su contratación habida cuenta de que éste parece ser su único punto flaco. ¿Será cosa de familia?
Ya en serio, espero de corazón que JIM sea presentado próximamente como nuevo entrenador del Cartagena. Yo sé que para algunos, pese al ascenso, es ya difícil recuperar la confianza en la forma de dirigir el club pero éste, sin duda, sería un excelente primer paso si es que ése fuera, aunque sospecho que no, el objetivo de la actual directiva.
Dicho lo cual, si existe alguna forma de convencerme, como aficionado, de que el cambio es necesario, esa es, sin duda, volver a poner a Juan Ignacio Martínez al frente de la nave blanquinegra. Creo que se trata de un hombre serio y trabajador, que hubiera realizado una gran labor en segunda división con aquel Efesé que se quedó a las puertas del ascenso en la eliminatoria con el Vecindario; y creo que resulta, en cierto modo, poético que, tres años después, el destino haya puesto las cosas en su sitio (Al Efesé en segunda y al Vecindario, que me perdonen los canarios, en segunda b) dándonos la oportunidad de hacer como si nada hubiera pasado y aquella fatídica noche hubiéramos vencido nosotros. Bueno, para ser justos, faltaría que algunos jugadores de esa época, de los que se alegran sinceramente de nuestro ascenso (pues parece ser que hay otros que no), estuvieran también en la actual plantilla.
Pero volvamos a lo nuestro. Como iba diciendo resulta palmario que JIM es un candidato de consenso cuyo aterrizaje sería aplaudido por casi todo el mundo. La afisión guarda un inmejorable recuerdo de él y del fútbol que desplegaba el equipo; la prensa también está por la labor de allanar el camino, pues parece ser que no era hombre altanero que dificultara su trabajo (algo que los del oficio valoran mucho). Los jugadores, en este caso los capitanes, también se comenta que lo verían con buenos ojos. Así las cosas, todo depende del Presidente y del propio Juan Ignacio, al que yo creo que le haría ilusión volver pese a la forma en que se marchó (o precisamente a causa de ella).
A mí, por si no ha quedado claro, me alegraría mucho verlo de nuevo al frente de nuestro equipo. Confieso que me cae bien; me agradan su valentía y desparpajo, tanto dentro como fuera del terreno de juego; siempre me pareció un profesional honesto que, además, acepta bien la crítica; es de suponer que habrá ganado en experiencia y, por último, creo que el hecho de que en Segunda División no haya play-off ni por el ascenso ni el descenso, debe ser todo un argumento a favor de su contratación habida cuenta de que éste parece ser su único punto flaco. ¿Será cosa de familia?
Ya en serio, espero de corazón que JIM sea presentado próximamente como nuevo entrenador del Cartagena. Yo sé que para algunos, pese al ascenso, es ya difícil recuperar la confianza en la forma de dirigir el club pero éste, sin duda, sería un excelente primer paso si es que ése fuera, aunque sospecho que no, el objetivo de la actual directiva.