Hoy lunes, de puente para algunos, sigue el mal cuerpo que nos ha dejado la derrota de Soria donde el equipo no estuvo a la altura de lo demostrado en otras ocasiones y, sobre todo, se produjo la lesión de Cygan que, afortunadamente, se ha quedado únicamente en dos meses de baja. Los mentideros futbolísticos de la ciudad son foco de opiniones encontradas por los cuales corren, como la pólvora diagnósticos y remedios para todos los gustos. No en vano el Efesé ha perdido 3 de los 4 últimos partidos y algo de magia en su juego. ¿Es el comienzo del fin del sueño?
Para mí, desde luego que no. Particularmente creo que se está siendo demasiado severo con la actuación de muchos futbolistas del FC Cartagena así como a la hora de cuestionar determinadas decisiones del técnico. Por otro lado, es de lo más normal que acontezcan estas circunstancias entre una masa social, cada vez más grande, y acostumbrada, en las últimas semanas, a que le venga todo de cara. La crítica, como síntoma de preocupación y compromiso con el equipo es condición necesaria para un club que quiere estar vivo.
Dicho esto, mi opinión personal es que el equipo necesita, ante todo, estabilidad, tranquilidad y cariño para seguir trabajando como lo ha hecho hasta ahora. Es imprudente cargar de una responsabilidad adicional a futbolistas como Chus Herrero, por el mero hecho de cometer un fallo puntual en un partido en el que todo el equipo anduvo más gris de lo habitual. Es imprudente hablar de mala planificación de la confección de la plantilla, apoyándose en el argumento de que, ante imponderables como lesiones o sanciones, los futbolistas sustitutos no están rindiendo al nivel que se espera. Y, en definitiva, es imprudente crear una inestabilidad innecesaria a un equipo novato en la categoría, que marcha en puesto de ascenso a Primera División (ni más ni menos) transcurrido un tercio de la competición.
Muchos recien llegados no lo sabrán pero en los últimos años han sido varias las ocasiones en las que se ha truncado la buena marcha del Efesé por culpa de polémicas innecesarias que, azuzadas desde dentro del propio club (envidias, jugadores descontentos porque no juegan, guerras de egos, etc.) y merced a la predisposición de un Paco Gómez propenso, por su carácter, a darles fundamento, han tenido un efecto letal sobre nuestras aspiraciones.
El Cartagena, su clasificación, su circunstancial respaldo social son, ahora mismo, un castillo de naipes; una débil estructura que debe convertirse en osamenta para seguir creciendo en el futuro pero que, si le soplamos demasiado fuerte, puede desmoronarse de arriba a abajo transformándonos, de nuevo, en un club ramplón condenado al ostracismo. Hay que reforzar esa estructura con cariño, apoyo y aliento, sin ir más lejos, este próximo domingo frente al Salamanca. Hay muchos rivales del Efesé interesados en que sus últimas derrotas creen fisuras en un caparazón que, hasta el momento, ha permanecido infranqueable. De necios sería facilitarles la labor.
Para mí, desde luego que no. Particularmente creo que se está siendo demasiado severo con la actuación de muchos futbolistas del FC Cartagena así como a la hora de cuestionar determinadas decisiones del técnico. Por otro lado, es de lo más normal que acontezcan estas circunstancias entre una masa social, cada vez más grande, y acostumbrada, en las últimas semanas, a que le venga todo de cara. La crítica, como síntoma de preocupación y compromiso con el equipo es condición necesaria para un club que quiere estar vivo.
Dicho esto, mi opinión personal es que el equipo necesita, ante todo, estabilidad, tranquilidad y cariño para seguir trabajando como lo ha hecho hasta ahora. Es imprudente cargar de una responsabilidad adicional a futbolistas como Chus Herrero, por el mero hecho de cometer un fallo puntual en un partido en el que todo el equipo anduvo más gris de lo habitual. Es imprudente hablar de mala planificación de la confección de la plantilla, apoyándose en el argumento de que, ante imponderables como lesiones o sanciones, los futbolistas sustitutos no están rindiendo al nivel que se espera. Y, en definitiva, es imprudente crear una inestabilidad innecesaria a un equipo novato en la categoría, que marcha en puesto de ascenso a Primera División (ni más ni menos) transcurrido un tercio de la competición.
Muchos recien llegados no lo sabrán pero en los últimos años han sido varias las ocasiones en las que se ha truncado la buena marcha del Efesé por culpa de polémicas innecesarias que, azuzadas desde dentro del propio club (envidias, jugadores descontentos porque no juegan, guerras de egos, etc.) y merced a la predisposición de un Paco Gómez propenso, por su carácter, a darles fundamento, han tenido un efecto letal sobre nuestras aspiraciones.
El Cartagena, su clasificación, su circunstancial respaldo social son, ahora mismo, un castillo de naipes; una débil estructura que debe convertirse en osamenta para seguir creciendo en el futuro pero que, si le soplamos demasiado fuerte, puede desmoronarse de arriba a abajo transformándonos, de nuevo, en un club ramplón condenado al ostracismo. Hay que reforzar esa estructura con cariño, apoyo y aliento, sin ir más lejos, este próximo domingo frente al Salamanca. Hay muchos rivales del Efesé interesados en que sus últimas derrotas creen fisuras en un caparazón que, hasta el momento, ha permanecido infranqueable. De necios sería facilitarles la labor.