El partido contra el CD Tenerife ha despertado un adormecido pesimismo entre los aficionados albinegros que no se recordaba desde la época de segunda b. Una gran parte de la masa social del Efesé parece aceptar, casi con resignación, que algún día el Tenerife tiene que reaccionar -ya que no va a estar toda la vida perdiendo- y que el Cartagena es la víctima propiciatoria ideal si tenemos en cuenta el carro de lesiones que hay en la plantilla o el irregular comienzo del equipo en la Liga Adelante. Si a eso le sumamos la llegada de Mandiá al cuadro chicharrero, y la ilusión que su llegada parece haber generado en las islas, lo cierto es que este partido desprende, sí, cierto tufillo a que lo tendremos complicado para puntuar en el Heliodoro Rodríguez López. Tampoco ayuda a aumentar el optimismo el hecho que el partido no vaya a ser televisado y haya que seguir sus incidencias por radio. Parece que no es lo mismo verlo con tus propios ojos que estar a ciegas, solo con el transistor, lo cual genera más desasosiego. "A mí esto me da mala espina. Palmamos fijo" dicen algunos.
Sin embargo, y sin orillar las dificultades que, ciertamente, presenta este desplazamiento -encima incómodo- el entorno del Cartagena debe dejarse de tonterías y de lamentos. El Efesé ha demostrado en otras ocasiones sobrada eficacia para hacer frente a este tipo de partidos y, si hay algo en lo que nunca va a flaquear este grupo es en la confianza que los futbolistas tienen en el equipo, en sus compañeros y en sus posibilidades. De necios sería que se la retirásemos nosotros en cuanto las cosas se ponen un poco cuesta arriba.
Por lo tanto, mañana domingo, cojamos nuestro transistor, nuestro portátil o lo que sea, y disfrutemos del regalo que supone ir a jugar, por ejemplo, al campo de un equipo que el año pasado estaba en Primera División. Sin ánimo de ser conformistas, a veces se nos olvida la quina que hemos tragado en los últimos años y ello, por desgracia, nos impide saborear debidamente los muchos momentos que nos está ofreciendo esta etapa.