Qué sorpresa, hemos perdido. Seguimos sin querer ver la realidad; pues vale. Hay que frotarse los ojos (y los oídos) cuando uno lee (escucha) algunas opiniones que afirman con rotundidad y sin haber visto el partido (basándose, seguramente, en la unilateral retransmisión de algún enviado especial) que sólo la mala suerte nos ha apeado de la Copa. Hay que ser tonto (o ciego) para no darse cuenta de los verdaderos males de este Cartagena; e hipócrita para saberlos y callártelos.
Pero sigamos; aquí no pasa nada. Lo único que pasa es que el Pontevedra está en la siguiente ronda y nosotros en nuestra casa.