Cuando parecía que el Fútbol Club Cartagena estaba haciendo algunas cosas bien, y que se cumplía la reciente promesa de su Gerente de tratar de crecer como entidad, al margen de resultados deportivos, me encuentro con la noticia, desgraciada, de que el Efesé se ha cerrado en banda y no ha dado su conformidad para que un grupo de peñistas, que así lo ha solicitado, pueda rendirle cumplido homenaje protocolario al héroe del ascenso, el próximo domingo sobre el césped del Cartagonova. Parece ser que las diferencias, insalvables, entre FC Cartagena y jugador, y el modo en el que éste último abandonó la casa blanquinegra este verano pasado, justifican, para nuestro club, que Carmona no pueda recibir el merecido cariño y reconocimiento de la que, ayer no más, era su entregada hinchada.
No se dan cuenta quienes rigen los destinos del club blanquinegro que, actuando de este modo, empequeñecen a la entidad y todo lo que representa, pues que precisamente realizando concesiones cuando uno cree que lleva razón, es donde se demuestra una grandeza y una generosidad de la que estamos ciertamente necesitados.
No perjudican a Carmona quienes han tomado una decisión tan desacertada sino a sus propios aficionados y abonados; esos que no entienden de vericuetos legales, pagarés aplazados, representantes o contratos incumplidos; sino de goles, de símbolos, y de carreras épicas en el último minuto, al límite del desfallecimiento, capaces de hacer realidad los sueños de toda una generación.
Es una pena que nuestro club, ya sea por revanchismo o por mal entendida higiene protocolaria, persista en estas actitudes que, como la de no abrir la campaña de abonos en invierno, se antojan tan infantiles y cortas de miras. Pero que no se preocupe nadie. El club podrá prohibir todos los actos de homenaje que le de la gana. Lo que no podrá prohibir es el sentimiento de cariño, agradecimiento y respeto que sentimos los aficionados cartageneros hacia este chaval, ni el de vergüenza por tener un club que, en esta ocasión, no sabe estar a la altura.
No se dan cuenta quienes rigen los destinos del club blanquinegro que, actuando de este modo, empequeñecen a la entidad y todo lo que representa, pues que precisamente realizando concesiones cuando uno cree que lleva razón, es donde se demuestra una grandeza y una generosidad de la que estamos ciertamente necesitados.
No perjudican a Carmona quienes han tomado una decisión tan desacertada sino a sus propios aficionados y abonados; esos que no entienden de vericuetos legales, pagarés aplazados, representantes o contratos incumplidos; sino de goles, de símbolos, y de carreras épicas en el último minuto, al límite del desfallecimiento, capaces de hacer realidad los sueños de toda una generación.
Es una pena que nuestro club, ya sea por revanchismo o por mal entendida higiene protocolaria, persista en estas actitudes que, como la de no abrir la campaña de abonos en invierno, se antojan tan infantiles y cortas de miras. Pero que no se preocupe nadie. El club podrá prohibir todos los actos de homenaje que le de la gana. Lo que no podrá prohibir es el sentimiento de cariño, agradecimiento y respeto que sentimos los aficionados cartageneros hacia este chaval, ni el de vergüenza por tener un club que, en esta ocasión, no sabe estar a la altura.