Hay que ver la cantidad de sandeces que se pueden escuchar en el estadio y leer en las diversas webs que hablan del Cartagena, a propósito de los partidos que disputa el FC Cartagena. Cuando perdimos en Alicante contra el Hércules (nuestra última derrota antes de la del Betis) llegué a escuchar a gente afirmar, sin pestañear y lacónicamente, que era hora de pensar ya en la temporada venidera ya que no podíamos compararnos con el potencial de los equipos grandes de la categoría.
Esa misma gente, tras los refuerzos invernales y las victorias del inicio de la segunda vuelta, tardaron bien poco en dar por sentado el ascenso e, incluso, se quejaban amargamente de que el Cartagonova, estadio que ya va teniendo sus años, fuera poca cosa para albergar el año que viene partidos tan importantes como los que habrán de enfrentarnos al Real Madrid y al Barcelona.
Pues bien, hoy, tras perder con el Betis, y cuando somos terceros clasificados; cuando somos el segundo mejor equipo de la segunda vuelta, vuelven las lamentaciones y los juicios derrotistas en el seno de una afición que, me duele decirlo, no tiene ni pajolera idea de fútbol ni, a este paso, creo que la vaya a tener nunca.
Hoy, la verdad, ha vuelto a ser insufrible soportar a todos esos aficionados, coleccionistas de espectáculos, que sólo vienen al estadio cuando el plato es del gusto de su exquisito paladar. Entre los nuevos, que no saben lo que es sufrir a una con el Efesé y los que, habiendo pasado tanta necesidad en los últimos años junto al equipo, ahora van, como los "nuevos ricos" marcando paquete e insultando a aficiones rivales, le dan a uno ganas de vomitar y borrarse de esto.
Yo estoy muy orgulloso de mi equipo, de las alegrías que nos está dando, de las opciones que aún tiene de subir a Primera y, sobre todo, de poder compartirlo con multitud de amigos y aficionados que saben comportarse, tienen dos dedos de frente, quieren al Cartagena y saben de qué va esto del balompié.
Esa misma gente, tras los refuerzos invernales y las victorias del inicio de la segunda vuelta, tardaron bien poco en dar por sentado el ascenso e, incluso, se quejaban amargamente de que el Cartagonova, estadio que ya va teniendo sus años, fuera poca cosa para albergar el año que viene partidos tan importantes como los que habrán de enfrentarnos al Real Madrid y al Barcelona.
Pues bien, hoy, tras perder con el Betis, y cuando somos terceros clasificados; cuando somos el segundo mejor equipo de la segunda vuelta, vuelven las lamentaciones y los juicios derrotistas en el seno de una afición que, me duele decirlo, no tiene ni pajolera idea de fútbol ni, a este paso, creo que la vaya a tener nunca.
Hoy, la verdad, ha vuelto a ser insufrible soportar a todos esos aficionados, coleccionistas de espectáculos, que sólo vienen al estadio cuando el plato es del gusto de su exquisito paladar. Entre los nuevos, que no saben lo que es sufrir a una con el Efesé y los que, habiendo pasado tanta necesidad en los últimos años junto al equipo, ahora van, como los "nuevos ricos" marcando paquete e insultando a aficiones rivales, le dan a uno ganas de vomitar y borrarse de esto.
Yo estoy muy orgulloso de mi equipo, de las alegrías que nos está dando, de las opciones que aún tiene de subir a Primera y, sobre todo, de poder compartirlo con multitud de amigos y aficionados que saben comportarse, tienen dos dedos de frente, quieren al Cartagena y saben de qué va esto del balompié.