miércoles, 12 de mayo de 2010

No hacer el primo

Tengo la sospecha de que acabaremos jugándonos el ascenso con el Hércules. Así que el pasado lunes me acerqué al Rico Pérez con la esperanza de que el Córdoba le metiera un buen susto al equipo alicantino y el Cartagena saliera indirectamente beneficiado en la carrera que ambos mantienen por estar el año que viene en Primera División. Nada más lejos de la realidad. No tengo ni idea de la sensación que pudo dar por televisión pero estoy seguro de que en el campo fue muchísimo peor. El Córdoba fue un equipo inofensivo, romo, que no metió la pierna ni una sola vez y que dejó que el Hércules lo goleara a placer, propiciando, de paso, una anhelada reconciliación entre equipo e hinchada que hasta hace poco se tomaban el chocolate de espaldas.

Salí con la sensación de que me habían estafado y de que, de aquí a final de temporada, todos los envites que le restan a los blanquiazules van a discurrir por parecidos derroteros habida cuenta de lo poco que, exceptuando el propio Efesé, se juegan sus rivales. Pensé que si, al igual que la pasada jornada, el Cartagena va a tener que emplearse el doble que el Hércules para doblegar a cada uno de sus oponentes, va a ser cuestión de tiempo que nos echen el guante y empecemos a pensar en nuestro enfrentamiento directo con ellos como en una final de auténtico infarto. Por otro lado habrá que ver cómo juega el Córdoba el día que visitemos el Arcángel porque, o mucho me equivoco, o tengo para mí que en nada se parecerá al Córdoba de la pasada jornada.

El Cartagena es un equipo nuevo en la categoría que debe aprender a moverse también fuera de lo que es estrictamente el terreno de juego si no quiere hacer el papel de pipiolo en una Segunda División donde todo el mundo va con el cuchillo entre los dientes. Lo que pasa es que nuestros antecedentes en la materia son más bien preocupantes. Los más viejos (o no tanto) del lugar recordarán aquel Yeclano-Cartagena del año 93 en el que precisamente el Hércules, que había perdido por la mañana en Sant Andreu, era el otro equipo implicado. Nos llevamos un 5-0 de un equipo vecino, que no se jugaba absolutamente nada y que salió sospechosamente enrabietado en medio de un ambiente bastante hostil, por cierto, para el equipo y los seguidores blanquinegros que decidieron acompañarlo al viejo campo de La Constitución. Aquello nos apeó definitivamente, a falta de pocas jornadas, del cuarto puesto que daba derecho a disputar la liguilla en favor de un Hércules que acabó subiendo a Segunda División mientras nosotros quedábamos abocados a una travesía por el desierto que acabaría con la desaparición del equipo tan sólo tres años después.

El fútbol nos debe mucho más de lo que, eventualmente, pudiera significar, incluso, todo un ascenso a Primera División. Tenemos cuentas pendientes con muchos equipos. Yo ya no pido cobrárnoslas todas; simplemente me conformo con no hacer más el primo. Mejor hacer la prima.

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SoSuechtig, Burajiru