jueves, 3 de junio de 2010

Carta a un buen amigo Herculano


(...) Cada uno tiene sus desgracias, y en el Hércules pasamos del todo a la nada en un momento. Eso sí, espero no pasar nunca por lo que habéis pasado en Cartagena, aunque a puntito estuvimos (se hizo un amago de registrar el nombre de Hércules Atlético).


La desaparición (exilio al limbo) del viejo Efesé, al menos yo, no la superaré nunca. El gran problema es que la identificación con el FC Cartagena en la ciudad es tal que a nadie le dice nada el antiguo Cartagena FC. Estoy por decir que la mitad de la gente que va al Cartagonova no sabe ni que existió un club antes que este. Si hubiera voluntad una vez reaparecido el Cartagena FC en categoría regional, se podría estudiar, aprovechando la conversión en SAD, la fusión de ambas entidades y se cerrarían las viejas heridas que tenemos muchos. En la actualidad el Cartagena FC juega sus partidos en un polígono industrial a las afueras de la ciudad, en unas instalaciones privadas. Sus dirigentes han aceptado el rol de equipo "amateur", (como si fuera el Betis Florida aquí) por lo que los únicos conflictos que existen entre ambas entidades tienen que ver más con los derechos de algunos jugadores o la cesión de campos de entrenaniento, que con ganarse el corazón de los ciudadanos de Cartagena.

Yo ví nacer a este equipo en 1995 en un campo que se llamaba Los Juncos porque no le dejaban, todavía, utilizar el Cartagonova. La primera vez que fuí a verlo perdió 0-1 en casa contra el Sangonera en Regional Preferente. Figúrate que una vez estuve en un campo de tierra en el que los jugadores de mi equipo tenían que meterse debajo de un coche a coger el balón cada vez que salía fuera del rectángulo de juego, porque el equipo local iba ganando y los recogepelotas (los dos que había) habían desaparecido. Aquel año vosotros estábais en primera, ganándole 2-3 al Barcelona en el Camp Nou y a mí, lo confieso, me corroía la envidia. De verdad que me parecía que no podíamos caer más bajo y visto ahora, no sé cómo tenía valor para convencer a mi padre de que me llevara desde Alicante a presenciar aquellos partidos infumables. Lo ví ascender a tercera división tras quedar segundo, detrás del "todopoderoso" Bullense y fracasar en su primer intento de ascenso a Segunda B, en un play off en el que nos tocó el Sóller y el Barcelona C de un joven Carles Puyol. Fue un palo importante pero al año siguiente nos sacamos la espinita recuperando la categoría de bronce (o conquistándola por primera vez, según se mire) en un espectacular último partido de liguilla contra el Tortosa que acabó 8-0.

Recien ascendidos resulta que se hizo un equipo apañado al que dirigía Chuchi Aranguren y dimos la sorpresa haciendo segundos, precisamente tras el Levante, sin perder un solo partido en casa en toda la temporada. Jugamos el play off y cuando quedaban dos jornadas nos valía empatar uno de los dos partidos en el doble enfrentamiento contra el Córdoba, para ascender a Segunda. Perdimos los dos, el segundo en un Cartagonova que llenaron 20,000 almas (antes de reducir el aforo), muchas de las cuales no volverion a pisar el estadio hasta nuestros días. Tras aquél partido el Cartagonova FC inició una larga travesía por el desierto. Pero antes nos dió tiempo a perder un partido clave (del que tú te acordarás) que a mucha gente parece habérsele olvidado. Fue precisamente contra vosotros (que ya habíais vuelto al infierno) en un recien remozado estadio Cartagonova, tras la visita de la selección nacional; os tuvimos que dejar la segunda equipación y ganasteis 0-1 con gol de Verde. Sigo manteniendo que de haber ganado aquel partido (fallamos un penalty con el 0-0) hubiéramos jugado un segundo play off justo el año después del Cordobazo y, probablemente, se habría ascendido.

No fue así y el equipo fue, poco a poco, perdiendo fuelle en la categoría y reduciendo sus presupuestos (no así su deuda) año tras año. Curiosamente, eso sí, a aquel Cartagonova FC le dió tiempo a enfrentarse más veces con un Hércules que se le solía dar razonablemente bien. El caso es que acabó llegando el desastre. Luís Oliver, recien huído de Jerez, aterrizó en Cartagena y se hizo cargo del equipo, dinamitándolo por fuera y por dentro. La situación era esperpéntica. Los jugadores no cobraban, el equipo andaba en la parte baja de la tabla y aquello tenía pinta de desembocar en un descenso a tercera o una nueva desaparición. No se podía pagar ni a los árbitros. Unos amigos y yo hicimos una pequeña Plataforma (como la que hiciste tú con el Hércules) con la que intentamos hacer un poco de ruido en la ciudad, recoger unas cuantas firmas y reconfortar, dentro de lo posible, a los futbolistas. Al menos, pensaba yo, si volvemos a desaparecer, que no sea porque nadie ha movido un dedo. Fue una bonita experiencia y, además, para nuestro regocijo, las firmas fueron utilizadas por nuestro sempiterno concejal de deportes (el que os mandaron el otro día de informador arbitral al Rico Pérez contra el Albacete) ante la Federación para que no se pusiera ningún impedimento al desahucio del ínclito Oliver, que no se iba ni con aceite hirviendo. Se puede decir, por tanto, que nuestro trabajo no fue en balde aunque, aún hoy, eso poca gente lo sabe.

Paralelamente se habían hecho gestiones para convencer a Paco Gómez, el Paloma, de que invirtiera en el Cartagena una vez salvado el escollo que suponía el anterior apoderado del club. Los jugadores estaban dispuestos a hacer una quita de deuda en AFE con tal de cobrar algo de las hinchadísimas fichas por las que los había firmado Luís Oliver (como no pensaba pagarlas le daba igual fichar por lo que fuera). Paco Gómez debía pagar esa cantidad y así lo hizo, no sin antes intentar dar "la espantá" de una forma muy poco elegante, por cierto. El caso es que era demasiado tarde y se tuvo que "comer con patatas" el Cartagonova FC, al que nada más llegar, le cambió el nombre por el de FC Cartagena. Fue el principio de la era Gómez, que dura hasta nuestros días.

Una anécdota. Recuerdo que el primer partido después de todo aquello fue en casa contra el Palamós. La peña "gotocartago" a la que pertenezco, donde se refugió buena parte de la gente que colaboró en la Plataforma, era de las pocas que había en el estadio y debíamos tomar una decisión "muy importante" que, vista hoy me resulta divertida pero que vas a entender enseguida. La cuestión era "¿Con qué nombre animamos ahora al equipo?" Eran muchos años gritando aquello de "Cartago, Cartago" y la terrible experiencia del año anterior, luchando contra la desaparición, había supuesto una identificación tal con ese nombre, que a todo el mundo le parecía una herejía dejar de llamarlo así. Fue entonces cuando le dije a Jorge, leal amigo mío y uno de los mejores aficionados que tiene este equipo, "Jorge, tenemos que animarlo gritando Efesé". "Tú estás loco" me respondió. Era normal que me respondiera de aquella manera. La gente podía tolerar cierto debate a la hora de inventar un nuevo grito de guerra pero la palabra Efesé tenía unas connotaciones difíciles de explicar para alguien que no ha nacido en Cartagena. Resumiéndolo mucho diré que para mucha gente aquel nombre era propiedad única y exclusiva del viejo Cartagena, desaparecido años antes (que, de alguna manera, se había convertido en un tema tabú) y gritar aquello no parecía una buena idea en aquellos momentos; nos exponíamos a generarnos antipatías resucitando viejos fantasmas del pasado. Insistí "Jorge, si no somos los primeros, seremos los segundos. Este equipo es el Efesé del futuro". Y así fue como aquella temporada fue la primera en la que el estadio, después de muchos años, volvió a escuchar nuestro histórico grito de guerra, que es el que de verdad remueve las entrañas de todo buen cartagenero. Bien es cierto que éramos pocos y la gente nos miraba raro, pero nos daba igual. Con el transcurrir de los años, y como dice mi amigo Toni, "al final... vencimos".

Los siguientes años de el Paloma, exceptuando el de Juan Ignacio, que hoy vuelve a ser nuestro entrenador (alicantino, como bien sabes), fueron nefastos. Su gestión no había por donde cogerla y sus formas atentaban una y otra vez contra la dignidad del buen aficionado. Sus declaraciones polémicas contra jugadores, políticos, periodistas y masa social eran una constante y Paco Gómez pasó de ser nuestro salvador a nuestro amo y señor. Al menos así lo veía yo. Figúrate que un año le quitó las rayas blancas y negras a la camiseta por pura superstición. ¿Te imaginas que hacen eso con el Hércules? No me lo digas, lo sé, quemáis el Rico Pérez. Pues precisamente eso era lo que más me dolía, que en Cartagena no hubiera nadie (ni prensa ni aficionados) que le tosiera a este tío y lo llamara al orden. Todo el mundo parecía haber decidido que era mejor aquello que volver a correr el riesgo de desaparecer; nadie tenía ganas de jaleo ahora que, al menos, había fútbol en la ciudad y se pagaba al día. Fue la peor etapa que he vivido como aficionado del Efesé (y como ves, he vivido muchas). Cada domingo observaba la apatía de una afición que aceptaba, resignada, las continuas faltas de respeto de su Presidente y que, lejos de censurarlo, incluso lo defendía. Para colmo uno de esos años ascendísteis vosotros, el Lorca y el Castellón de una tacada; clubes de los que habitualmente éramos rivales, con los que había cercanía, ahora estaban en Segunda A mientras yo veía como mi equipo vegetaba en Segunda B gobernado por el pájaro loco. Terminé por sentirme tan incómodo, no ya con Paco Gómez, sino con mi propia afición, que hace dos años decidí tomarme unas largas vacaciones que duraron, como no podía ser de otro modo, hasta el año pasado.

Lo reconozco, claudiqué. Mi deserción duró el tiempo que tardó mi corazón en intuir que íbamos a ascender. No sé por qué lo supe. Sí sé que en mi cabeza no paraba de retumbar el siguiente pensamiento: "ya verás como justo esta temporada que no estás yendo al estadio, después de toda una vida, a estos cabrones les da por ascender". Llegado el momento no aguanté más, volví con los míos y llegué a tiempo de formar parte de ese milagro que fue ver ascender al Efesé en Alcoy después de tantos años de desgracias. El resto ya lo sabes.

En fin, este domingo se volverán a ver las caras tu equipo y el mío. Pero no en Segunda B. Lo harán, ni más ni menos, que luchando por ascender a Primera Divisón. Quién lo iba a decir. Lo que es curioso, y no deja de sorprenderme, es la tensión y el cruce de reproches que suele haber, por más que pasen los años, entre las aficiones de una y otra trinchera, los días previos al choque. A propósito que, tal vez, sería bueno, si conoces a alguno, que recomendaras esta carta a muchos de esos herculanos que llaman despectivamente "engendro" a mi equipo. A lo mejor empatizarían más con una afición que, no lo voy a negar, es algo novata y peca de inexperta, pero que es orgullosa, generosa y ha sufrido como nadie. Claro que, viendo el comportamiento de los propios presidentes de nuestros clubes (y de muchos periodistas), como para dar consejos de urbanidad a las aficiones...

Sí, lo sé, para vosotros es más importante subir a primera que para nosotros. Os jugáis la viabilidad del club y no sé cuántas cosas más, mientras que para nosotros es ya un premio estar aquí. Tienes razón. Para mí este año está siendo un regalo. Últimamente, lo confieso, he tenido que reprimir las lágrimas en muchas ocasiones, sobre todo cuando marca el Cartagena y el estadio, lleno hasta la bandera, parece venirse abajo al grito ensordecedor de ¡¡Efesé Efesé!! Es entonces cuando cierro los ojos y recuerdo los campos de tierra, los jugadores metiéndose debajo de un coche a buscar un balón y a quince aficionados recogiendo firmas por toda una ciudad para que el club no desapareciera. Me da por emocionarme.

Pero, llegados a este punto, eso ya no es suficiente. Conformarse no es una opción para este pueblo sediento de grandeza. Queremos estar en Primera. Así que el Efesé saldrá a por todas el domingo en lo que será, puedes estar seguro, un espectáculo digno de verse al que, dicho sea de paso, espero que ambos lleguemos con media sonrisa en el rostro, consecuencia del tropiezo de alguno de nuestros rivales directos. Qué lástima que sea tan improbable que ascendamos los dos. Ojalá estas líneas que, con tu permiso, pienso publicar en mi blog, sirvan para relajar los ánimos y hacer ver a la gente que a cartageneristas y herculanos nos unen más cosas de las que imaginamos. Bien pensado, lo del domingo no pasa de ser un enfrentamiento deportivo en el que ambas aficiones deberían demostrarle a toda España su señorío. Creo, sinceramente, que, con independencia de lo que suceda, a tí y a mí aún nos quedan muchos Efesé-Hércules por presenciar. Al menos yo eso espero.

Nos vemos, como siempre, y pase lo que pase, después del partido. Un abrazo.

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