Antes se publicó El abonicidio I
Si le preguntamos a alguien que, de verdad, quiera al Cartagena, con qué se quedaría de todo lo acontecido la pasada temporada, pienso que no sería con la gran campaña del equipo, ni con su buen juego, ni con el rendimiento de algún jugador en especial. Ni siquiera con la contundente derrota infligida al eterno rival en su feudo, que tanta satisfacción nos produjo a todos y sirvió para cerrar tantas viejas heridas. No, si instamos a cualquier aficionado de los buenos, de los que se han tragado tantos partidos infumables en el Cartagonova con frío, lluvia o calor y llevan al Efesé en sus venas, a que nos diga qué fue lo más bonito del año pasado, nos dirá que la conquista de la afición.
Fue increíble. Por fin se había conseguido despertar en Cartagena un sentimiento de adhesión casi incondicional a su equipo de fútbol. Por fin el Efesé estaba en boca de todo el mundo; tertulias en los bares, pegatinas en los coches, banderas en los balcones… hasta los niños iban con su camiseta blanquinegra al colegio y jugaban en los recreos fingiendo ser De Lucas o Toché. Ése, y no otro, era el verdadero sueño en el que estábamos inmersos todos. El de sentirnos una afición de verdad, como las que tantas veces habíamos envidiado en otros equipos con los que, hasta entonces, nos parecía imposible codearnos.
Por este motivo el no ascenso del Cartagena a Primera División fue, para muchos de nosotros, una decepción relativa. Comparado con los auténticos dramas que hemos tenido que vivir en los últimos años aquello era casi una broma y ni siquiera el flojo tramo final del campeonato, bochorno con el Albacete incluido, logró borrarnos la sonrisa de la cara. Pronto empezaría una nueva temporada y, a poco que se hicieran las cosas medio regular, la semilla plantada año tras año, y que por fin había germinado el presente, seguiría creciendo y dando sus frutos.
Nada más lejos de la realidad. En un alarde de estulticia y necedad, Paco Gómez ha decidido pegarse un tiro en el pie y cargarse de un plumazo todo lo conseguido la temporada anterior. Ha dispuesto unos precios para los abonos que, no siendo excepcionalmente caros en el caso de un club con una masa social afianzada y habituada a ir al fútbol, son un auténtico disparate en el caso del Cartagena, donde su incipiente afición todavía está muy tierna y necesita que le sigan dando motivos para ir al fútbol cada domingo. En lugar de cuidar y mimar esa planta que por fin había brotado en tierra tan poco fértil como la nuestra, se ha preferido anegarla de agua, destrozarla, y el error de cálculo ha sido brutal. En lugar de esperar pacientemente a que la gallina pusiera un huevo de oro al día, se ha decidido matarla para descubrir la mina que llevaba dentro.
Todo esto no hace sino certificar lo que era un secreto a voces desde hace tiempo para el que lo haya querido ver. El club está plagado de un puñado de ineptos instalados en la autocomplacencia, el peloteo hacia el jefe y, lo más grave, el desprecio total y absoluto hacia unos aficionados a los que, más que seguidores, se considera vulgares vasallos. Jamás un club de fútbol se condujo de manera tan poco responsable e irrespetuosa con los que, al fin y al cabo, son su patrimonio más importante. Hace tiempo que el club va de sobrado en este tema, con una altanería propia de nuevo rico que ha olvidado sus orígenes. Así lo demostró el año pasado, cuando decidió revocar la reapertura de la campaña de abonos en la segunda vuelta, después de haber anunciado públicamente lo contrario. El que no se abonó en agosto que se joda y pase por taquilla que para eso somos los más guays y nos sobran los abonados. ¿Fidelizar? ¿Crear el hábito a la gente de acudir al estadio cada quince días? De eso nada, a sangrarlos. Y encima tuvieron la cara dura de decir que lo hacían por respeto a los antiguos abonados. Me pregunto cuántos de esos aficionados a los que se les impidió abonarse a comienzos de la segunda vuelta el año pasado, no se habrán revolcado por el suelo a carcajadas al conocer los precios de esta temporada…
También ha habido otras perlas durante el pasado año, de menor importancia, pero que dan buena cuenta de la poca estima que le tiene el club a sus seguidores. Por ejemplo, cuando varios aficionados que se sentían estafados en el tema de las camisetas de Móbel, acudieron al club en busca de amparo, y se les mandó a protestar al maestro armero; cuando se prohibió determinada pancarta que recogía buena parte del sentir de muchos cartageneros; cuando no se atendió la demanda social de permitir descuentos para niños en partidos importantes; o cuando se les cobró a muchos desplazados a Albacete 5 Euros de más en el Carlos Belmonte y, al contrario de lo que sí hicieron otros clubes de la categoría, no se les abonó dicha cantidad, más tarde, a los damnificados.
En definitiva, la decisión tomada este año con el tema de los abonos y su escandaloso precio, aparte de poner de relieve la insensatez y poca inteligencia de los dirigentes del Efesé, viene a ser la desafortunada culminación de un proceso de continuo ultraje al seguidor blanquinegro al que, para terminar de convencerlo de que mande al club a tomar por culo, se le insulta a la cara diciéndole que el mejor fichaje es su presidente y que los jugadores se vendieron en el tramo final del campeonato. Genial.
Pero que nadie se preocupe. Estamos salvados. Seguramente la Federación de Peñas, ese órgano independiente que tiene como misión defender los intereses de los abonados y fiscalizar al club en lo que se refiere a decisiones que puedan perjudicarnos, montará un pollo bien gordo y le demostrará a Paco Gómez cómo se las gastan… Ah no, se me olvidaba que han quedado relegados a la función de mera agencia de viajes y que viven en flagrante connivencia con el propio Cartagena, por no decir que son su mano derecha. Incluso me cuentan que alguno de sus directivos trabaja para el propio club, lo cual, como todo el mundo sabe, es fundamental para mantener una actitud crítica e independiente hacia el mismo. Pero qué asco, de verdad.
En fin, veremos en qué acaba todo esto pero no auguro nada bueno. O el club recula o la cifra de abonados tiene toda la pinta de ser el mayor de los ridículos en la historia reciente. Eso sí, de vino FG que nadie sabe si paga el club, o quién, porque nadie da una puta explicación, nos vamos a poner hasta los ojos. La conversión en SAD está a la vuelta de la esquina y supongo que Paco Gómez, que pese a su fortuna, tiene, como todo el mundo, problemas de liquidez, contaba con la inyección de euros de la campaña de abonos para hacer frente al pago de los 7,7 millones de Euros que hay que desembolsar el 15 de agosto. De no hacerlo, el club se vería descendido a segunda b y, conociendo a Paco Gómez, nunca sabes por dónde te puede salir.
Qué manera de mandarlo todo a la mierda.
Si le preguntamos a alguien que, de verdad, quiera al Cartagena, con qué se quedaría de todo lo acontecido la pasada temporada, pienso que no sería con la gran campaña del equipo, ni con su buen juego, ni con el rendimiento de algún jugador en especial. Ni siquiera con la contundente derrota infligida al eterno rival en su feudo, que tanta satisfacción nos produjo a todos y sirvió para cerrar tantas viejas heridas. No, si instamos a cualquier aficionado de los buenos, de los que se han tragado tantos partidos infumables en el Cartagonova con frío, lluvia o calor y llevan al Efesé en sus venas, a que nos diga qué fue lo más bonito del año pasado, nos dirá que la conquista de la afición.
Fue increíble. Por fin se había conseguido despertar en Cartagena un sentimiento de adhesión casi incondicional a su equipo de fútbol. Por fin el Efesé estaba en boca de todo el mundo; tertulias en los bares, pegatinas en los coches, banderas en los balcones… hasta los niños iban con su camiseta blanquinegra al colegio y jugaban en los recreos fingiendo ser De Lucas o Toché. Ése, y no otro, era el verdadero sueño en el que estábamos inmersos todos. El de sentirnos una afición de verdad, como las que tantas veces habíamos envidiado en otros equipos con los que, hasta entonces, nos parecía imposible codearnos.
Por este motivo el no ascenso del Cartagena a Primera División fue, para muchos de nosotros, una decepción relativa. Comparado con los auténticos dramas que hemos tenido que vivir en los últimos años aquello era casi una broma y ni siquiera el flojo tramo final del campeonato, bochorno con el Albacete incluido, logró borrarnos la sonrisa de la cara. Pronto empezaría una nueva temporada y, a poco que se hicieran las cosas medio regular, la semilla plantada año tras año, y que por fin había germinado el presente, seguiría creciendo y dando sus frutos.
Nada más lejos de la realidad. En un alarde de estulticia y necedad, Paco Gómez ha decidido pegarse un tiro en el pie y cargarse de un plumazo todo lo conseguido la temporada anterior. Ha dispuesto unos precios para los abonos que, no siendo excepcionalmente caros en el caso de un club con una masa social afianzada y habituada a ir al fútbol, son un auténtico disparate en el caso del Cartagena, donde su incipiente afición todavía está muy tierna y necesita que le sigan dando motivos para ir al fútbol cada domingo. En lugar de cuidar y mimar esa planta que por fin había brotado en tierra tan poco fértil como la nuestra, se ha preferido anegarla de agua, destrozarla, y el error de cálculo ha sido brutal. En lugar de esperar pacientemente a que la gallina pusiera un huevo de oro al día, se ha decidido matarla para descubrir la mina que llevaba dentro.
Todo esto no hace sino certificar lo que era un secreto a voces desde hace tiempo para el que lo haya querido ver. El club está plagado de un puñado de ineptos instalados en la autocomplacencia, el peloteo hacia el jefe y, lo más grave, el desprecio total y absoluto hacia unos aficionados a los que, más que seguidores, se considera vulgares vasallos. Jamás un club de fútbol se condujo de manera tan poco responsable e irrespetuosa con los que, al fin y al cabo, son su patrimonio más importante. Hace tiempo que el club va de sobrado en este tema, con una altanería propia de nuevo rico que ha olvidado sus orígenes. Así lo demostró el año pasado, cuando decidió revocar la reapertura de la campaña de abonos en la segunda vuelta, después de haber anunciado públicamente lo contrario. El que no se abonó en agosto que se joda y pase por taquilla que para eso somos los más guays y nos sobran los abonados. ¿Fidelizar? ¿Crear el hábito a la gente de acudir al estadio cada quince días? De eso nada, a sangrarlos. Y encima tuvieron la cara dura de decir que lo hacían por respeto a los antiguos abonados. Me pregunto cuántos de esos aficionados a los que se les impidió abonarse a comienzos de la segunda vuelta el año pasado, no se habrán revolcado por el suelo a carcajadas al conocer los precios de esta temporada…
También ha habido otras perlas durante el pasado año, de menor importancia, pero que dan buena cuenta de la poca estima que le tiene el club a sus seguidores. Por ejemplo, cuando varios aficionados que se sentían estafados en el tema de las camisetas de Móbel, acudieron al club en busca de amparo, y se les mandó a protestar al maestro armero; cuando se prohibió determinada pancarta que recogía buena parte del sentir de muchos cartageneros; cuando no se atendió la demanda social de permitir descuentos para niños en partidos importantes; o cuando se les cobró a muchos desplazados a Albacete 5 Euros de más en el Carlos Belmonte y, al contrario de lo que sí hicieron otros clubes de la categoría, no se les abonó dicha cantidad, más tarde, a los damnificados.
En definitiva, la decisión tomada este año con el tema de los abonos y su escandaloso precio, aparte de poner de relieve la insensatez y poca inteligencia de los dirigentes del Efesé, viene a ser la desafortunada culminación de un proceso de continuo ultraje al seguidor blanquinegro al que, para terminar de convencerlo de que mande al club a tomar por culo, se le insulta a la cara diciéndole que el mejor fichaje es su presidente y que los jugadores se vendieron en el tramo final del campeonato. Genial.
Pero que nadie se preocupe. Estamos salvados. Seguramente la Federación de Peñas, ese órgano independiente que tiene como misión defender los intereses de los abonados y fiscalizar al club en lo que se refiere a decisiones que puedan perjudicarnos, montará un pollo bien gordo y le demostrará a Paco Gómez cómo se las gastan… Ah no, se me olvidaba que han quedado relegados a la función de mera agencia de viajes y que viven en flagrante connivencia con el propio Cartagena, por no decir que son su mano derecha. Incluso me cuentan que alguno de sus directivos trabaja para el propio club, lo cual, como todo el mundo sabe, es fundamental para mantener una actitud crítica e independiente hacia el mismo. Pero qué asco, de verdad.
En fin, veremos en qué acaba todo esto pero no auguro nada bueno. O el club recula o la cifra de abonados tiene toda la pinta de ser el mayor de los ridículos en la historia reciente. Eso sí, de vino FG que nadie sabe si paga el club, o quién, porque nadie da una puta explicación, nos vamos a poner hasta los ojos. La conversión en SAD está a la vuelta de la esquina y supongo que Paco Gómez, que pese a su fortuna, tiene, como todo el mundo, problemas de liquidez, contaba con la inyección de euros de la campaña de abonos para hacer frente al pago de los 7,7 millones de Euros que hay que desembolsar el 15 de agosto. De no hacerlo, el club se vería descendido a segunda b y, conociendo a Paco Gómez, nunca sabes por dónde te puede salir.
Qué manera de mandarlo todo a la mierda.