miércoles, 8 de septiembre de 2010

El Héroe de Alcoy

Aún recuerdo la primera vez que vi debutar a Carlos Carmona en el Cartagena. Fue de la mano de David Amaral, con sus botas amarillas, corriendo como un loco de aquí para allá, y tratando de hacer olvidar, junto a Teo, al ojito derecho de la afición la temporada anterior: Natalio, que, a pesar de lo bien considerado que estaba en Cartagena, había decidido volver Castellón.

Su evolución fue meteórica, al punto de que en sus primeros partidos con la camiseta del Efesé, y a pesar de lo evidente de su talento, parecía cualquier cosa menos un futbolista. Le faltaba colocación, no interpretaba bien los partidos, no dosificaba el esfuerzo… Tres años puliéndose bajo el duro sol de nuestra capital marítima (y la mano de los muchos entrenadores que, durante aquella época tuvo el Efesé) bastaron, sin embargo, para que “sincu” madurara, se ganara la confianza de sus entrenadores y el corazón de toda una afición. Y así, en el último suspiro de albinegro, de sus botas salió el balón que habría de conducirnos a la tierra prometida de la LFP. Justo a tiempo.

Su salida del FC Cartagena fue, no obstante, controvertida. El hecho de que hubiera firmado por otro equipo, unido a un quítame allá esos euros, dibujaron, a través de los medios, y la información que filtró el club, una cara algo siniestra de un personaje para el que, tan sólo días antes, se pedía la canonización. Así es el fútbol. La afición enseguida tomó posiciones y se dividió entre los que acusaban a Carmona de deslealtad y los que considerábamos (yo entre ellos) que estaba en su derecho, una vez cumplido su contrato, de exigir lo mismo a la otra parte (el FC Cartagena) y jugar donde le viniera en gana al año siguiente.

Dicha división en torno a la figura del mallorquín se exhibió el año pasado cuando Carmona visitó el estadio con el Recreativo de Huelva para enfrentarse al Efesé. En aquel partido, que ganamos con un pírrico 1-0, conseguido de penalti dudoso sobre Víctor, Carmona fue aplaudido y silbado a partes iguales cada vez que tocaba el balón y, si he de ser del todo sincero, diría que se oían más los reproches que los agradecimientos. La situación se me antojó tan desagradable e injusta que me pregunté, para mis adentros, qué clase de aficionado del Cartagena podía cometer la tropelía de denostar a aquél chaval cuyo único pecado había sido llevarnos a Segunda y querer que se cumpliera su contrato.

La respuesta a dicha pregunta la obtuve meses después, precisamente en el partido de vuelta entre Recreativo y Cartagena disputado en tierras onubenses. Al Nuevo Colombino de Huelva acudieron tres autobuses de aficionados blanquinegros y varios coches particulares con el propósito de darle el último empujón a un Cartagena que había perdido ya buena parte de sus posibilidades de ascenso. En total seríamos unos doscientos cartageneros y, personalmente, he de decir que ya he perdonado a mi amigo Toni por embarcarme en semejante aventura, a pesar de la derrota y las horas de viaje.

En efecto, el Cartagena perdió, pero una de las cosas que más me llamó la atención fue el cariño y el agradecimiento con el que aquellos doscientos aficionados desplazados a Huelva trataron a Carmona en todo momento. Al contrario que en el partido de la primera vuelta, allí no había división posible entre los aficionados cartageneros. Desde su llegada al estadio (la de Carmona) en vehículo particular todo eran aplausos y gritos de ánimo que no hicieron sino multiplicarse cuando saltó al césped a calentar con el resto de sus compañeros. Como sería la cosa que el bueno de Carmona se vio obligado a saludar a la hinchada visitante ante la atónita mirada de los aficionados del Recreativo, que no se lo tuvieron en cuenta, probablemente, por estar ya pensando en la próxima temporada.

La paradoja era evidente; si entre los doscientos desplazados a Huelva, que no deberían ser más que una muestra aleatoria de los que cada domingo vamos al Cartagonova, y reproducir, por tanto, sus mismos comportamientos sólo que a una escala algo más pequeña, no había ninguno que le guardara rencor a Carmona por la forma en la que salió del club...¿Quiénes eran entonces los que silbaron a Carmona en el partido de ida, tachándole de pesetero y felón?

Yo únicamente pude llegar a una conclusión. Y es que, evidentemente, aquella muestra de doscientos aficionados estaba claramente sesgada y no era representativa de toda la afición del Cartagena en su conjunto. Al contrario, en la medida en la que consideremos que los aficionados dispuestos a viajar con el equipo en circunstancias tan adversas, y darle su apoyo a pesar de la derrota, son los más incondicionales y los que, seguramente, más quieran al Efesé, está claro que aquella muestra tendía a sobre-representar al buen aficionado antes que al malo, o más ocasional.

Así que la cuestión estaba clara, si los mejores aficionados, los más incondicionales, los que estaban dispuestos a meterse 16 horas de autobus entre pecho y espalda por apoyar al equipo y actuar en representación de lo más granado y mejor de la afición del Cartagena, no le guardaban rencor a Carmona sino, más bien, todo lo contrario... ¿quiénes eran los que sí se lo guardaban? ¿Quiénes le insultaron en el partido de ida en casa?


¿Quiénes volverán a hacerlo este próximo sábado cuando salte al campo con la camiseta del Barcelona Atlético?

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SoSuechtig, Burajiru