Al igual que nuestro grito de guerra es ¡¡Efesé!!, el del CD Alcoyano es ¡¡De-por-ti-vo!! (Pronúnciense las sílabas por separado y cada vez más rápido); igual que nosotros le dedicamos, de vez en cuando, nuestros cariñosos cánticos al equipo de la capital murciana, ellos se los suelen dedicar (igual de cariñosos o más) al de la alicantina; del mismo modo que nosotros nos sentimos acreedores de un ascenso (habida cuenta de las muchas veces que nos hemos quedado con la miel en los labios), la afición de Alcoy también cree que el destino les debe una después de varios fracasos en los últimos años…
He de confesar que la afición del Alcoyano me cae bien. Siempre que he visitado el Collao he hecho amistad con alguien y siempre he admirado su dedicación, fidelidad e identificación con los colores de su equipo. Por lo que sé, nosotros también caemos bien allí. Pienso que sería bonito que el próximo domingo en el Cartagonova, las peñas del Cartagena tuvieran algún detalle (llámese hermanamiento, quedada, o lo que sea) con la hinchada del Alcoyano y creo, por tanto, que ya están tardando en ponerse en contacto con gente de Alcoy para intercambiar bufandas, camisetas y, lo que se dice, pasar una jornada agradable. ¿Por qué? Pues porque aparte de ser lo correcto, y lo propio de una afición señora, ese, aparte de animar en el estadio es el mejor favor que pueden hacerle las peñas y la afición del Cartagena al Efesé el próximo domingo.
En el año 1992 el Cartagena se jugó el ascenso a doble partido contra el CD Badajoz. Había que ganar aquí y empatar allí o viceversa (conseguir 3 puntos con el antiguo sistema de puntuación, vamos). El CD Badajoz desplazó en el primer partido aproximadamente a 1000 personas que llenaron el fondo Norte Alto del Cartagonova (con colores blanquinegros también, por cierto). El mismo transcurrió con normalidad y acabó 2-0 (si no recuerdo mal marcaron Miguelo y Rai) con victoria para el Efesé.
El caso es que al finalizar el encuentro hubo una pequeña invasión de campo por parte de algunos aficionados cartageneros. No se les ocurrió otra cosa que irse al Fondo Norte, donde aún estaba retenida por seguridad la afición pacense, y comenzar a hacer cortes de manga, insultar y dedicarles algún gesto de dudoso gusto. También, justo es reconocerlo, voló algún palo de bandera y otros objetos que, gracias a Dios, no provocaron grandes daños. Aquello, la verdad sea dicha, fue una solemne tontería y pienso, de hecho, que la mayoría de los que tuvieron tan reprobable comportamiento no eran verdaderos hinchas del Efesé ni les importaba mucho que ascendiera. Pero fue suficiente para que, durante toda la semana siguiente, en Badajoz se vendiera la idea de que los cartageneros, de manera unánime y sin distinción, habíamos agredido a familias enteras de pacíficos aficionados del Badajoz. Un amigo mío, socio del CD Badajoz por aquella época, a quien conocí en la Universidad de Alicante años después, me contó que aquella semana, en los programas de radio locales, se abrieron los micrófonos a los oyentes, varios de los cuales relataban su particular odisea en Cartagena donde poco más o menos, que habían logrado salir vivos de milagro.
Claro, cuando el Efesé y los 12 autobuses que acompañamos al equipo llegamos a Badajoz, puede cualquiera imaginarse lo que nos esperaba. El ambiente no es que fuera hostil, es que era directamente insoportable y muy peligroso para la integridad física de jugadores (que asumieron bien pronto que ese partido era imposible de ganar) y aficionados; muchos apenas pudieron reprimir las lágrimas por la dolorosa goleada, cuando no por las heridas que les causaron las piedras arrojadas desde fuera del viejo Vivero. Todo esto ocurrió, en buena medida, por culpa de cuatro descerebrados que, estoy seguro, ni siquiera viajaron luego con el equipo, pero le dieron a la gente de Badajoz la excusa perfecta para calentar un partido que el Cartagena, en otras condiciones, podría haber sacado adelante.
Yo, como digo, conozco algo a la afición del Alcoyano. Confío en su cultura futbolística y en que, en un caso similar, sabrían diferenciar perfectamente entre lo que son un puñado de retrasados mentales y la afición del Cartagena en general. Pero, por si acaso, y teniéndonos que jugar el ascenso en el partido de vuelta en un campo como el Collao, yo, de la Federación de Peñas, atajaría el problema de raíz y procuraría que en la vuelta nuestro Efesé no se encontrara un ambiente más adverso del que, en condiciones normales, suele darse ya de por sí en partidos como estos. Un titular en la prensa alcoyana el día del partido de vuelta haciendo referencia, por ejemplo, a un hermanamiento entre aficiones en el Collao tendría un efecto balsámico que vale su peso en oro. Sigo insistiendo en que la afición gana partidos y aquí todos tenemos una obligación que cumplir y un papel que jugar.