domingo, 6 de septiembre de 2009

El Rayo y la rebelión de las masas

Sería imperdonable para alguien que tiene un blog sobre el Efesé no dedicarle hoy al equipo unas cuantas líneas, a pesar de redactar las mismas a altas horas de la madrugada; concretamente tras volver de la celebración del feliz enlace entre mi buen amigo Jorge (tan buen amigo que me permitió escaparme al partido durante el acto protocolario de las firmas) y la guapísima Lydia; blanca y radiante en el que, sin duda, habrá sido el día más feliz de su vida.

Él, Jorge, como algunos otros amigos, aún en los peores momentos, siempre creyó (creímos) que lo que estamos viviendo era posible. Y no me estoy refiriendo al hecho, anecdótico al fin y al cabo, de que el Efesé esté al frente de la clasificación en Segunda División, encandilando con su juego y presentando su candidatura a equipo revelación. No, eso es coyuntural y no sabemos si durará demasiado. Me estoy refiriendo a la circunstancia, inédita que yo recuerde, de ver a la ciudad entera rendida a los pies de nuestro equipo de fútbol local.

Obsérvese, además, que el gran logro del Efesé no es ganar a equipos como el Rayo Vallecano, remontar eliminatorias imposibles, o bordar el fútbol como hace tiempo que no se veía en el estadio. El gran mérito de este Efesé es que, poco a poco, está consiguiendo que la afisión tome conciencia de su propia importancia, enseñándole que su implicación y dinamismo tienen premio; ya tenga éste forma de gol en propia meta de un rival empequeñecido por el ambiente (como el pasado miércoles frente al Elche), o de capitulación de una casta política que, ante la presión popular (diga lo que diga el concejal, que se debe pensar que todos somos gilipollas) no ha tenido más remedio que rectificar y acceder a patrocinar, a través de la Fundación Teatro Romano de Cartagena, las zamarras del Efesé.

Esta lección, por desgracia para políticos, dirigentes y equipos rivales, es de un valor incalculable y es la misma que, modestamente, aunque con peor suerte, he intentado que aprendiera la otrora inactiva y quejumbrosa afición del Cartagena durante todos estos años. Primero fue junto al propio Jorge y otros compañeros, a través de la escasamente recordada Plataforma Salvemos al Cartago y su recogida de firmas para evitar la desaparición del equipo en 2003; más tarde, a título más personal y relajado, a través de los artículos publicados en este mismo blog que, aunque no siempre han sido del agrado de todos, invariablemente han estado impregnados de un espíritu crítico con el que se impelía al aficionado a tomar partido y no permanecer impasible; es decir, a comportarse justamente como lo hace ahora.

Yo fracasé. Quizás (antes de que me lo diga nadie) porque no soy quien para dar lecciones de ningún tipo; quizás porque no era el momento ni el lugar; o, simplemente, porque para que todo eso sucediera era imprescindible la premisa de una ilusión que sólo el Efesé, con su ascenso y sus victorias podía despertar. En cualquier caso yo no logro quitarme de la cabeza la idea (que, en el fondo, le deja a uno cierto poso de amargura) de que si el Cartagena hubiera contado con este mismo apoyo, o simplemente parecido, todos estos años en Segunda B, nos hubiéramos ahorrado muchos padecimientos y estaríamos en la élite del fútbol nacional hace ya bastante tiempo.

Sea como fuere, nunca es tarde, y aunque aún queda mucho por andar, ya nos vamos pareciendo a lo que debería ser, de una vez por todas, y para siempre, la afición del Efesé. A disfrutar.


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