lunes, 18 de enero de 2010

Lección de pundonor

Pese a lo que pueda decir Raúl Agné, técnico del Recreativo de Huelva, cuyas formas, por cierto, no hacen ningún bien a la imagen del club decano de nuestro balompié, lo cierto es que ayer el Cartagena supo ponerse el mono de trabajo y ganar un partido que, en otras circunstancias, hubiéramos perdido de calle. El encuentro me recordó bastante a aquel Cartagena-Nástic que, tras la euforia desmedida de la victoria en la Nueva Condomina, sirvió de advertencia ante el embelesamiento y la autocomplacencia. Afortunadamente el Recre no es el Nástic y el Cartagena, esta vez, anduvo algo más entonado en defensa que en aquella ocasión.

El partido fue malo de solemnidad. Intenso y emocionante por los puntos en juego pero aburrido hasta la saciedad para cualquier observador imparcial. El Cartagena, bien sea por las bajas, bien sea porque se está autoimponiendo una presión, para nada beneficiosa, que a principio de temporada no existía, ha perdido el brillo de las primeras jornadas. Ya no llega con tanta claridad a la meta rival, tiene peor salida desde atrás, el centro del campo anda desaparecido y a Toché no le llegan prácticamente balones. Ayer se vió claramente cómo el cuero quemaba en los pies de los nuestros que, siendo infieles a su estilo y viendo que ayer no era día para florituras, decidieron abusar del balón largo y comprometerse lo menos posible. La cosa acabó bien.

¿La lectura positiva? Pues, al margen de la sobresaliente actuación de Mariano, la reivindicación de Chus Herrero atrás y la recuperación de Víctor, el hecho de que, aún jugando regular hayamos sido capaces de ganar. Eso y la afición que, quitando a algunos seres unineuronales que, por desgracia, se reproducen como los chinches por el graderío, sigue sorprendiendo y venciendo, poco a poco, una inmadurez evidente pero que, cada vez, lo es menos. En Albacete, estoy seguro, estará de nuevo con el equipo. Lo peor, por otro lado, la lesión de Pablo Ruiz (esperemos que sea lo más leve posible) y el desconcierto que JIM, con su empeño por contar únicamente con 16 futbolistas, ha terminado provocando en jugadores que, como Santi Santos, se preguntan qué tiene que pasar para tener una oportunidad en este Cartagena.

La cuestión fundamental. ¿Podemos pensar en ascenso? Sí, pero sin que llegue a suponer una exigencia que termine por asfixiar a los nuestros y nos impida disfrutar de un año que debería ser un regalo para el cartagenerismo. Hay que andar francamente despistado para decir, como yo he escuchado a alguno esta semana tras la derrota en el Rico Pérez, que hay que empezar a pensar en la temporada que viene, aduciendo que hay equipos contra los que, simplemente, no podemos luchar. Todo ello cuando se está al final de la primera vuelta en puestos de ascenso y 19 equipos se cambiarían por nosotros. Anda que no tiene ésto que dar vueltas. Lo mismo el año que viene se confecciona una plantilla para ascender y no ofrece la mitad del rendimiento de ésta ni, más importante, recaba el mismo apoyo social.

¿Podemos pensar en ascenso si no se refuerza el equipo? Es una pregunta de difícil respuesta. Yo no sé hasta qué punto la llegada de nuevos futbolistas es garantía de que vayan a mejorar lo que hay. Ni siquiera de que vayan a jugar, teniendo en cuenta lo que le cuesta a Juan Ignacio confiar en caras nuevas. Lo que sí sé es que si las lesiones siguen cebándose con el equipo, hay un par de puestos para los que, ahora mismo, no hay recambio natural y, si lo hay, no se utiliza. Así va a ser muy difícil aguantar ahí arriba. Por lo tanto, si se quiere estar en la parte alta pero se tiene claro que lo que hay es insuficiente, al punto de contar con cualquier otro futbolista, antes que con el que, teóricamente, debería sustituir una eventual baja, se está asumiendo un gran riesgo tardando tanto en fichar a la espera de gangas de última hora; se está desperdiciando una oportunidad única de luchar, en serio, por poner a Cartagena en Primera División. El equipo está cogido con alfileres y un par de derrotas pueden hundirte en mitad de tabla, hacer que cunda el pesimismo, y echar del estadio a los dos o tres mil espectadores a los que no se ha querido dar la oportunidad de sacar el abono para la segunda vuelta.

Si, por el contrario, resulta que el objetivo es la permanecia, entonces no veo motivos para no darles más oportunidades, aunque sea por probar, a Santi Santos, Tonino, Juan Pablo etc. habida cuenta de lo poco que se arriesga con su alineación una vez conseguido el objetivo al 70 por ciento.


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