Desde el pasado play off contra el Alcoyano hasta hoy, con el equipo encaramado a los primeros puestos de la clasificación de Segunda, los aficionados más antiguos y sufridos hemos asistido atónitos a la irrupción sistemática y desbordada de nuevos hinchas blanquinegros que ahora proliferan como las setas por las gradas del Municipal.
Ante este fenómeno, los que siempre estuvimos al lado del Club, incluso en sus peores momentos, hemos experimentado una extraña sensación, a caballo entre la satisfacción de ver al equipo de nuestros amores arropado como siempre habíamos reclamado y cierta indignación, reconozcámoslo, al ver igualados nuestros históricos derechos a los del último mono que, por moda o conveniencia, ahora presume de cartagenerismo.
“¿Dónde estaban esos 7,000 el año pasado? ¿Y cuando estuvimos a punto de bajar a tercera?” “Ya veremos cuántos somos si el equipo vuelve a Segunda B” son frases que se suelen escuchar durante los partidos que disputa el Efesé en casa. Incluso parece haber hecho fortuna el calificativo despectivo de “apuntacarros” para referirse a todos esos aficionados de nuevo cuño que sólo vienen al campo cuando las cosas van bien. Detrás de estas frases lo que se esconde, en realidad, es la amargura de pensar los muchos padecimientos que podríamos habernos ahorrado de haber contado antes con toda esta masa social que hoy aplaude los quiebros de cadera de Longás y las genialidades de Víctor, pero que se perdió, porque así lo quiso, los goles de Huegún, la calidad de San Román o el pundonor de Sívori.
Mas llegados a este punto, y dejando claro que, para mí, tiene mucho más mérito acompañar al equipo a Torredonjimeno o Sabadell, en puestos de descenso a tercera, que a Sevilla o San Sebastian, en puestos de ascenso a primera, debo aquí romper una lanza en favor de toda esta nueva horda de aficionados llegada al abrigo del ascenso y los buenos resultados del equipo. En primer lugar porque pienso que todos fuimos, alguna vez, aficionados noveles del Efesé y, seguramente, muchos de los que hoy tenemos una numeración muy baja en el carné, también acudimos por primera vez al estadio con motivo de una gran ocasión o un buen momento deportivo del Efesé (un play off, un partido contra el Murcia, etc). Sería un acto de hipocresía, por lo tanto, no dar una oportunidad a los nuevos hinchas blanquinegros, basándonos en la suposición de que, llegado el momento, desaparecerán si es que la cosa se tuerce. Muchos lo harán pero otros, al igual que nos ocurrió a nosotros, seguirán apoyando al equipo.
En segundo lugar creo que la llegada de nuevos aficionados, libres de los prejuicios y malos hábitos que se adquieren tras años de contumacia perderdora, está teniendo un efecto positivo y purificador sobre el carácter de la sufrida afisión, que buena falta le hacía. De hecho, si el ambiente que se respira hoy entre la hinchada, tras estas dos derrotas consecutivas frente a Nástic y Real Sociedad, es de optimismo y compromiso con el equipo (en lugar de pesimismo y de crítica) es gracias, en buena medida, a la ilusión con la que mucha gente nueva, está ahogando las murmuraciones y primeros reproches de aficionados más veteranos. El otro día, sin ir más lejos, en el partido que nos enfrentó al Nástic en casa, y en el que el Efesé, dicho sea de paso, no dio una a derechas, escuché unas filas más arriba de donde yo me siento, una retahíla de insultos dirigidos contra determinado jugador del Efesé en un lance del partido. Cuando me volví comprobé, para mi sorpresa, que quienes proferían semejantes vituperios eran aficionados que llevan viniendo al estadio muchos años ya, mientras que la mayoría de los nuevos animaban al jugador en cuestión a rehacerse e intentarlo en la próxima jugada.
Yo pienso que en la vida hay que sumar y no restar. Por lo tanto creo que haríamos bien, los aficionados más antiguos, en aprender algo de los nuevos y no atrincherarnos, a la defensiva, en una postura de rechazo y descalificación hacia ellos por el mero hecho de ser recién llegados. Del mismo modo, los nuevos aficionados tienen mucho que aprender y reconocer de aquellos que ya llevamos unas cuantas batallas a las espaldas y hemos demostrado nuestro cariño al equipo en los malos momentos. El Efesé nos necesita tanto a unos como a otros, en nuestra mejor versión.